La hipocresía de la agenda legislativa de Colombia no está permitiendo solucionar muchos de los principales problemas de nuestro país.
Hubo una época en la humanidad en la cual la solución para todos los problemas era la represión penal. La cárcel era utilizada para cobrar deudas, regular el comercio de licores, consolidar políticas económicas, cobrar impuestos, perseguir herejes y hasta arreglar problemas familiares. Para no ir muy lejos, la condena del comunero José Antonio Galán tuvo su origen en una discusión sobre el cobro de un impuesto (la alcabala). Parecía que esa época se había superado, pero en nuestra legislación quedan muchos rezagos de ese derecho penal inquisitorial, enmascarado por las apariencias y por una hipocresía medieval:
Mientras el Congreso de Colombia dice que no se legaliza la marihuana por la posible respuesta que tengan los Estados Unidos, en gran parte de ese país ya es totalmente legal. Y los efectos de esta absurda situación no son pocos: la guerra intestina que se está presentando en el Cauca y en Nariño está siendo financiada por los carteles que trafican la marihuana creepy. La legalización de la marihuana le quitaría el poder a esos grupos al margen de la ley y permitiría una sustitución eficaz de los cultivos de coca, porque sería rentable para los campesinos, mejorando la calidad de vida de una de las regiones más pobres del país. Mientras en California, Washington y Oregon existen cientos de empresas dedicadas al cultivo y venta de marihuana, en Colombia nuestros campesinos son procesados por cultivarla, lo cual es una vergüenza nacional.
El mayor orgullo de la actual legislatura es haber aprobado la prisión perpetua contra violadores de menores de edad. Sin embargo, durante toda esta legislatura no se ha expedido ninguna ley para mejorar su alimentación, educación y seguridad. Mientras tanto ya se anuncia que la prisión perpetua se extenderá al feminicidio y tampoco se ha expedido ninguna ley para la protección de las mujeres frente a la violencia en estos tres años.
El archivo del proyecto de reglamentación de la eutanasia también demuestra que seguimos estando en la Edad Media. La Corte legalizó la eutanasia en Colombia cuando se hace con consentimiento del paciente desde 1997, por lo cual la inexistencia de una reglamentación lo único que está creando es una inseguridad jurídica para médicos y pacientes que no tienen claridad sobre los protocolos concretos para actuar.
La hipocresía en Colombia nos ha llevado a pensar que solo la represión penal puede solucionar nuestros problemas y al final estamos utilizando la cárcel para ocultar nuestras verdaderas miserias. Esta solución es tan lesiva como aplicar una radioterapia para curar cualquier enfermedad. El derecho penal no se está utilizando como la ultima sino como la prima ratio en nuestra sociedad y eso solo multiplicará la violencia y la pobreza de nuestro pueblo. Como señala Ferrajoli, el derecho penal es necesario, pero tiene consecuencias tan complejas para la persona que su aplicación debe ser mínima y frente a las conductas más graves, utilizarlo de manera generalizada como se hace en Colombia solo está enmascarando hipócritamente muchos problemas de nuestra sociedad.