Publicidad

¡Abajo los Modelos de Izquierda!

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Luis Fernando Medina
04 de marzo de 2014 - 04:00 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

¡Nos van a imponer el modelo venezolano! ¡Lo están pactando en La Habana! ¡La lucha del pueblo de Venezuela es nuestra lucha! ¡Se vienen la inflación galopante, los supermercados vacíos y las batallas callejeras!

Si Ud. es jefe de un candidato presidencial que no arranca, o es columnista que trabaja para tal jefe seguramente le conviene usar ese tipo de retórica altisonante para mantener a la gente movilizada. De pronto hasta se la cree. Pero si no es ni lo uno ni lo otro, respire profundo, relájese. Le voy a contar un secreto: el tal modelo venezolano no existe. Y si existiera sería imposible de imponer en Colombia.

Pero curiosamente mentes más ponderadas caen en la misma trampa. Por estos días El Tiempo ha organizado una especie de mesa redonda donde invita a varios participantes a que evalúen si a la luz de la crisis en Venezuela la izquierda colombiana debe hacerse algún replanteamiento. Han participado voces inteligentes y respetables de modo que bien vale la pena leer el resultado. Pero la premisa es discutible. España lleva cinco años de una pavorosa recesión económica y nunca hemos visto a ningún periódico colombiano organizando debates acerca de si esto debe llevar a un replanteamiento de las políticas neoliberales. De pronto debería ya que estamos acostumbrados a que en este mundo es la izquierda la que tiene que estar siempre aprendiendo lecciones. La derecha no. Puede crear los desastres que sea y seguir tan campante. Pero el hecho es que la realidad española difiere en muchos aspectos de la colombiana. En cambio, llevamos años hablando sobre las "dos izquierdas" en América Latina, la "buena" ejemplificada por Chile y la "mala" ejemplificada por Venezuela cuando en realidad es un ejercicio intelectual estéril en el mejor de los casos y dañino en el peor.

Repito: el tal modelo venezolano no existe. Pero tampoco existe el tal modelo chileno. Comencemos por el principio: la llegada de la izquierda al poder en ambos casos. Las condiciones de Venezuela en 1998 eran totalmente atípicas. No tiene sentido considerar que representen un modelo de nada para Colombia. El país se encontraba económicamente postrado, el bipartidismo era un cadáver insepulto, las instituciones habían perdido credibilidad y la memoria del Caracazo con sus más de 300 muertos estaba viva en la conciencia del pueblo. En cambio la economía colombiana de hoy, con todos sus innegables problemas, crece a un ritmo aceptable. El bipartidismo colombiano se acabó hace rato pero en el país se está consolidando un nuevo sistema de partidos. Mal que bien la Constitución del 91, con todo y sus defectos, es ampliamente considerada como legítima. Aquí no ha habido Caracazo; aquí nos matamos mucho más pero al menudeo.

El caso chileno tampoco encierra muchas lecciones para la izquierda colombiana. En Chile el Partido Socialista se había convertido en un miembro plenamente consolidado del establecimiento desde los años 50s. Históricamente ha tenido el Partido Comunista más grande del hemisferio occidental. Cuando se restauró la democracia, el Partido Demócrata Cristiano entró en coalición de veinte años con los socialistas. ¿Se imaginan en Colombia una coalición de dos décadas entre el Polo Democrático y el Partido Liberal? Impensable.

Me he detenido en el tema de la llegada al poder porque marca buena parte de la trayectoria posterior. La izquierda chilena en el poder ha tenido que vérselas siempre con la camisa de fuerza impuesta por la Constitución pinochetista que ha tomado años modificar. Se trata de una Constitución que le daba senadores vitalicios al pinochetismo y que le daba enormes ventajas electorales a los partidos de derecha minoritarios. El "modelo chileno" que tantos elogios le merece a algunos es en realidad el resultado de circunstancias forzadas a tal punto que, si nos atenemos a los anuncios de Michelle Bachelet, se vienen cambios en el modelo ahora que regresó al poder con una nueva coalición (sin el Partido Demócrata Cristiano y con el Partido Comunista) y posiblemente con nuevas reglas del juego.

Otro tanto vale para Venezuela. Muchos de los peores rasgos de la situación venezolana actual no son producto de un "modelo" sino de circunstancias, a veces causadas por el gobierno, a veces no, que escapan a un diseño intelectual. Por ejemplo, ya en Venezuela casi nadie duda de que el actual sistema cambiario necesita reformas urgentes. Las distorsiones en el mercado de divisas son en buena medida las culpables inmediatas de la inflación y la escasez. Por eso, en estos días, mientras Ud. estaba pendiente de la llegada de Leopoldo López al poder que según Facebook y Twitter va a ocurrir mañana (o de pronto hoy mismo), el gobierno introdujo reformas al control de cambios y ha estado reuniéndose con empresarios para introducir otras más. Pero es que el control de cambios venezolano no es parte de ningún modelo. Fue una respuesta, posiblemente atolondrada y en últimas ineficaz, a la amenaza de fuga de capitales que data desde los años turbulentos del intento de golpe del 2002.

Por supuesto que existen muchas diferencias entre los gobiernos de izquierda de Chile y Venezuela. Algunas de estas diferencias sí obedecen a diferentes concepciones ideológicas. A la izquierda de cualquier país le conviene adelantar un debate serio acerca de estas concepciones, y muchas otras para las cuales no hay ningún "modelo." Pero no tiene sentido hacer este debate con base en simplismos que reducen la enorme complejidad de cualquier país a una viñeta, a una moraleja.

Dije más arriba que este estilo de debate era a veces estéril pero a veces también dañino. ¿Por qué dañino? Al fin de cuentas, si distintos sectores de centro y de izquierda quieren discutir sobre realidades que no tienen nada que ver con la nuestra, solamente habrán perdido algo de tiempo y de píxeles. Pero me temo que el asunto no para allí.

La izquierda no va a llegar al poder pronto en Colombia. No en el 2014, sin duda. A lo más que puede aspirar es a crecer, posiblemente valiéndose del impulso de un exitoso proceso de paz, aguantar el batacazo que tal vez se venga en Bogotá, y esperar a ver si las cosas mejoran para el 2018. Pero para crecer hay que sumar y la peor manera de sumar es crear divisiones en torno a problemas imaginarios o exagerados.

Si la izquierda colombiana en el 2018, o cuando sea, quiere evitar inflaciones del 50% y crisis de desabastecimiento, no basta con llegar al poder con economistas y apertrechada de "buenos modelos." Les garantizo que los economistas del gobierno venezolano también están exasperados con los problemas que tienen y hacía rato los habrían arreglado si tuvieran el espacio de maniobra política para hacerlo. Lo que hay que hacer es generar condiciones de gobernabilidad que permitan tomar las decisiones de coyuntura adecuadas en el momento adecuado. Con algo de suerte, las condiciones de gobernabilidad en Colombia tienden a mejorar. Si se aclimata el proceso de paz se podrá reducir la violencia (quisiera decir acabar, pero soy realista) y generar mecanismos de política más abiertos y participativos. Puedo estar pensando con el deseo, pero algo me dice que los sectores de la derecha más intolerante ya están llegando a su cúspide y que a partir de este año van a entrar en declive. De modo que, en vez de desgastarse en debates inútiles sobre "modelos," la izquierda colombiana debe clarificar sus programas a la luz de los problemas colombianos y de las realidades políticas colombianas. Y dejarle el tema del dichoso "modelo venezolano" a candidatos presidenciales empantanados.

Conoce más

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.