“La ambición es el camino al éxito; la tenacidad, el vehículo en que se llega”, Bill Eardley.
La gran final del fútbol femenino jugada por América y Deportivo Cali nos está diciendo que el fútbol femenino requiere mayor atención y que deben jugarse dos torneos en el año, tener contratos justos, mejores garantías, que lleguen los patrocinadores y que todos los equipos del fútbol profesional se comprometan a tener su equipo femenino, para que sea más competitivo.
El América y el Deportivo Cali dieron muestra de juego limpio, entrega, pundonor deportivo, sin pérdida de tiempo, solidaridad, mentalidad fuerte, valores que se deben emular en todas las categorías del fútbol en general, para que cada vez tengamos deportistas más íntegros en el juego.
El América se coronó campeón producto de un trabajo interadministrativo y deportivo serio, responsable, con inversión, apoyo en cabeza de Marcela Gómez (hija de don Tulio), con una gran gestión en apoyo al cuerpo técnico, en cabeza del profesor Andrés Usme, sacaron adelante el proyecto, en conjunto con el compromiso de las jugadoras, staff, y el respaldo irrestricto de su afición, que llenó el estadio Pascual Guerrero.
En el América, como en el Cali, se ve el trabajo generacional que se está haciendo, pues en cada torneo vemos surgir nuevas jugadoras y eso es muy importante para las selecciones de Colombia, que este año disputará la Copa América y estará en los campeonatos mundiales de las categorías sub-20 y sub-17, cupos ganados por las dirigidas por el profesor Carlos Paniagua.
Cali, digno rival en la final (era el campeón defensor), tuvo jugadoras que lo dieron todo en el terreno de juego, su trabajo también se debe emular.
Ahora queda que ambos equipos, que nos representaran en la Copa Libertadores, se refuercen y trabajen no solamente lo técnico, lo táctico y lo físico, sino que le den importancia al trabajo motivacional y mental, clave en estas competencias.
