“Si no tienes confianza, siempre encontrarás una forma de no ganar”, Carl Lewis.
Dos titanes del fútbol colombiano, Atlético Nacional y América de Cali, quedaron eliminados prematuramente de la final de la Liga BetPlay. La decepción es profunda, tanto en las instituciones como en sus fieles hinchadas, que soñaban con ver a sus equipos peleando por el título.
América, esfuerzo, nombres y una identidad extraviada: el equipo escarlata apostó por lo grande. Confiaron el proyecto en Jorge “Polilla” Da Silva, ídolo del club y conocedor del fútbol colombiano. A esto se sumó el fichaje estelar de Juan Fernando Quintero, además de otros nombres de peso. Todo apuntaba a que América sería protagonista.
Sin embargo, en el terreno de juego no se vio un equipo consolidado, sino un grupo disperso. Las lesiones, las convocatorias a selecciones, el bajón de nivel de figuras claves y una evidente fragilidad mental terminaron pasándole factura al proyecto. Aunque lograron avanzar al repechaje de la Copa Sudamericana, la eliminación en Liga deja una herida que deberá procesarse a fondo.
Ahora el reto es reconstruir confianza, fortalecer la unidad y salir con determinación a representar al país en el plano internacional. América tiene la obligación —y la oportunidad— de demostrar que está para cosas grandes.
Atlético Nacional, de campeón a desilusión: el vigente campeón del fútbol colombiano arrancó el semestre con una nómina robusta y la mira puesta en el doble objetivo: Liga y Copa Libertadores. Y aunque se clasificó a octavos de final del torneo continental, su salida anticipada en los cuadrangulares dejó un sinsabor enorme.
Desde afuera fue notoria la pérdida de cohesión en el grupo. Lesiones en momentos claves, jugadores ausentes por selección, un técnico que no respondió con contundencia en los momentos decisivos y un desempeño irregular como local fueron los factores que se combinaron para sellar una campaña discreta.
Lo paradójico es que a pesar del bajón, la hinchada verdolaga nunca abandonó, como lo demostró en el duelo ante Millonarios: presentes, exigiendo y soñando. Nacional deberá hacer ajustes estructurales a corto y mediano plazo, porque la Libertadores se convierte ahora en el escenario perfecto para reparar el daño sufrido en el torneo local.
Un cierre para aprender y renacer: ambos clubes tienen historia, hinchada, plantilla y recursos para seguir siendo protagonistas. Pero este golpe obliga a una revisión seria de lo deportivo, lo mental y lo institucional. Porque en el fútbol no basta con tener talento: hace falta convicción, unión y mentalidad de campeón todos los días. La Liga les dijo adiós, pero el continente espera. Y si América y Nacional aprenden la lección, volverán más fuertes.
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