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14 de septiembre: pasado y futuro

Luis I. Sandoval M.

13 de septiembre de 2021 - 10:00 p. m.

Después del Bogotazo, 9 de abril de 1948, que fue un airado repudio de masas sin dirección y sin control al asesinato del líder popular Jorge Eliécer Gaitán, el Paro Nacional del 14 de septiembre de 1977 se consideró un hito no igualado de la protesta social hasta el formidable despertar ciudadano del 21N en 2019, el 9S en 2020 y el 28A en 2021.

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No es difícil recordar estas fechas, ni avizorar las que vendrán, de grandes movilizaciones por derechos (trabajo, educación, salud, alimentos…), reconocimiento de la diversidad (etnia, género, opciones sexuales…), atención a regiones enteras sumidas en el abandono (Guajira, Chocó, Buenaventura, Tumaco, Orinoquía, Amazonía, barriadas marginales…), cumplimiento de acuerdos fruto de luchas y movimientos anteriores (trabajadores, campesinos, cocaleros, indígenas, desplazados, víctimas de megaproyectos…), contra la corrupción, contra la guerra, por el agua, por la paz...

De tiempo en tiempo los desafueros del país político contra el país nacional rebozan la copa y la inconformidad se desborda en protestas masivas siempre con algún grado de espontaneidad, pero en realidad cada vez más estructuradas, cada vez más políticas, portadoras potentes de propuestas concretas de cambio y reforma para superar condiciones de miseria, exclusión, violencia y mal gobierno.

Colombia cuenta con un sistema de enorme capacidad para hacer el registro permanente y minucioso de la protesta social gracias a la base datos sobre la materia que desde 1975 alimenta el CINEP con investigadores de gran reconocimiento, entre quienes sobresale el historiador Mauricio Archila Neira, profesor también de la Universidad Nacional, a quien acaba de otorgarse la Orden Gerardo Molina en reconocimiento a su extensa y calificada obra.

Gracias a esa capacidad de sistematización, análisis y estadísticas confiables de las luchas sociales, que inclusive de manera retrospectiva ha llegado hasta comienzos del siglo XX, hoy sabemos que hubo 398 huelgas entre 1919 y 1945, destacándose la década del 30 con 190 que fue la época en que se reconocieron legalmente los derechos sindicales básicos de asociación, negociación y huelga, incluida la huelga de solidaridad.

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Entre 1946 y 1958, trece años, ocurrieron 259 protestas sociales, entre ellas 149 sin huelga, en tanto el consolidado de huelgas entre 1946 y 1960, quince años, asciende a 204. Notable que en este período además de la acción huelguística de los trabajadores se realizan paros, amenazas de paro, movilizaciones e invasiones. Se diversifican las formas de protesta y los sectores que la realizan.

Entre 1958 y 1990, 32 años, las protestas son cerca de 100 o algo más por año de 1958 a 1970, y algo más de 200 de 1971 a 1990, con dos años, 1971 y 1975, en que llegan casi a 400; en 1977 se produce una de las mayores acciones de la historia social: el Paro Cívico Nacional del 14 de septiembre. Explosividad social más diversa aún que en tiempos anteriores, y que se explica, grosso modo, como heroica resistencia, en medio del exterminio implacable, al modelo económico neoliberal que en este tiempo comienza a implementarse a raja tabla para “hacer de Colombia el Japón de Suramérica”.

Entre 1975 y 2015, 41 años, -tiempo en que Colombia pasa de 18 a 48 millones de habitantes- se consolida con su implacable afán de acumulación y su fascismo social el modelo neoliberal, que derivará en extractivismo desaforado y cambio climático. Las luchas sociales se multiplican, radicalizan y politizan en el mundo. En el país, en promedio, se producen entre 400 y 500 protestas por año con un pico de cerca de 700 en 1999 y con una cumbre de 1000 o más en 2008 y 2013. De hecho este último aparece como el momento de mayor movilización en los últimos 38 años.

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Con mucha fuerza se desarrollan las iniciativas de etnias, mujeres, estudiantes, pobladores urbanos, feministas, ambientalistas, animalistas... Experimenta un avance exponencial la acción ciudadana colectiva por la paz que, aparte de millones en las calles, logra colocar más de 10 millones de votos por la humanización de la guerra y la salida política: Mandato Ciudadano en octubre 27 de 1997.

La última década, 2011 a 2021 la tenemos no solo en la memoria sino en la retina, y podría decirse en los callos de los pies, porque hemos asistido, participado vivencialmente, en un espectacular despertar ciudadano, social y popular que se ha traducido en enormes acciones colectivas de estudiantes, indígenas, campesinos, víctimas, mujeres, jóvenes de las barriadas más pobres, que realizan gigantescas protestas con propuesta, recibiendo nuevo estímulo e inspiración en el acuerdo de paz con la mayor de las insurgencias políticas (noviembre 24, 2016). (Fuente: diversos trabajos del Profesor Mauricio Archila Neira con alguna consolidación de cifras de mi parte).

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Importante me parece resaltar que ya no se considera la lucha armada ni por parte de los jóvenes, ni por nadie, como estadio superior de la lucha social. El radicalismo democrático en ascenso es civilista y no vacila en exigir tanto el cumplimiento de los acuerdos de paz ya suscritos como la celebración de nuevos acuerdos que permitan transitar de la paz negativa, el silenciamiento de los fusiles, a la paz positiva que es satisfacción de necesidades básicas, realización de derechos, justicia social creciente y democracia de alta intensidad con protagonismo ciudadano, social y popular. Acertadamente se observa: “Una guerra sin el pueblo es una guerra contra el pueblo y una paz sin el pueblo no es más que la continuación de la guerra” (Revista Contravía N° 3, 1999).

Colombia en cien años de protestas, luchas y movimientos sociales se ha poblado de justas causas democráticas que no han tenido salida ni en los proyectos políticos de las élites dominantes ni en los proyectos de las insurgencias armadas revolucionarias. Hoy se visualiza la entrada en escena, tras múltiples intentos, de un nuevo sujeto político plural capaz de articular protesta y representación sin caer en la cooptación ni abandonar la movilización. El voto se asume como parte de ésta.

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Sectores sociales y políticos decididos por la realización de transformaciones sustantivas en cumplimiento del proyecto de Estado Social de Derecho, esbozado en la Constitución de 1991, ya no son marginales en la arena electoral y consideran que pueden constituir un bloque histórico, o gran movimiento de movimientos, que emprenda los cambios más urgentes sin trauma en la vida institucional de la nación. Declaración del Grupo Paola (27 de agosto), Llamado a la unidad de partidos de oposición y alternativos (10 de septiembre).

Si continúa el mal gobierno, si el poder sigue en manos de élites egoístas, violentas y corruptas, habrá que postergar indefinidamente la realización de las legítimas aspiraciones de las mayorías. Sin embargo, en medio de un montaje jamás visto de reproducción en el poder, la alternancia democrática se abre camino, se torna posible transitar de la potencia a la potestas convirtiendo el acumulado de 100 años de luchas sociales -recordadas, actualizadas y proyectadas este 14 de septiembre- en el anhelado paso de la oscuridad al diáfano amanecer de la república social.

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luis.sandoval.1843@gmail.com

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