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Nacho, el posibilista revolucionario

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Luis I. Sandoval M.
23 de noviembre de 2021 - 04:59 a. m.
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Nacho es un viejo amigo, cuenta su edad por décadas, ya casi llega al octavo piso como coloquialmente se dice. Toda su vida la aprecio como un esfuerzo sostenido por conocerse a sí mismo, pretensión parecida a la del reflexivo Sócrates hace 25 siglos, pero que Nacho, así lo manifiesta, no ha podido llevar muy lejos. Lo asume y socarronamente de vez en cuando dice: respecto a mí mismo solo sé que nada sé.

Lo noto un tanto preocupado por el qué dirán al fin de sus días, que presiente cercano. Nunca se había preocupado por eso. Su preocupación más bien había estado centrada en la coherencia entre lo que pensaba, decía y hacía. Me parece que este amigo ha vivido para cambiar el mundo, suponiendo que el mundo necesita cambio y que el cambio es posible. Me consta que lo entusiasmó la consigna-aspiración en boga al final del siglo pasado y a comienzos de este desangelado siglo XXI: ¡Otro mundo es posible!

Nacho ha sido, ha tratado de ser, a plena conciencia, sin desmayo alguno, un soñador, un utopista, quizá un Quijote, pero también, en cierto sentido, con algo, o mucho, de Sancho, es decir, soñador realista, mirando el horizonte lejano pero con los pies en la tierra, siempre tratando de que cada paso redujera la distancia. A veces aceleró un tanto la marcha, pero nunca se precipitó, ni siquiera en los 70, década para Nacho de viajes a muchas partes en Europa y América Latina, y de participación en acontecimientos significativos, beligerantes luchas y ardientes amores.

Desde esos tiempos lo vemos con su compañera y sus tres hijos varones salir al desfile ritual, nunca para él rutinario, sí a veces vibrante, del 1° de Mayo. Sus cuentas, su memoria, le traen recuerdos como de 45 de esos días de fiesta, soleados, nublados o lluviosos, cuando se exalta el trabajo, se constatan las innovaciones de toda índole que lo transforman sin cesar, se hace memoria de grandes acciones colectivas de ese tiempo, y se alza la voz, el grito, la consigna, la pancarta, hasta hace poco se levantaba también la tribuna, en arenga fervorosa por la dignidad y los derechos de trabajadoras y trabajadores.

Siempre por la solidaridad y la unión de quienes, en el inhumano caos mercantil, tienen trabajo, de quienes lo tienen pero informal y precario y de quienes no lo tienen en absoluto. En todo tiempo habrá que trabajar, pero el día llegará en que no habrá que vender trabajo para comprar pan, reflexiona.

Cuenta que, en razón de huelgas, protestas masivas y foros para hacer la crítica del capital y del poder, siete veces estuvo en calabozos. Nacho toda su vida ha sido una persona de movimientos, de iniciativas políticas transformadoras, esto es, de acción en perspectiva revolucionaria. Revolución, en su caso y para su gusto, no armada sino radical civilista, feminista, ecologista y democrática. Considera necesaria esa revolución para realizar la igualdad en libertad. Concibe la revolución más como proceso que como ruptura súbita.

Con ella ha vibrado, a ella ha dedicado sus esfuerzos, su palabra y su pluma. Ese el tema de una docena de libros, amén de artículos y columnas a propósito de movimientos y opciones políticas alternativas, que retratan a Nacho el militante que reflexiona sobre su praxis desde el asfalto, en el aula informal, porque desechó los cargos de alta jerarquía.

No olvido el momento en que una amiga común, en pleno auge del 21 N (2019), nos dijo, en un respiro de la protesta: revolución es una palabra sagrada, no la prostituyan, no la banalicen, consérvenle su carga de emoción y conmoción, pero sobre todo de verdad y de pureza (Café Pasaje, Plazoleta del Rosario, centro de Bogotá).

Nos explicó esa amiga que, en estas calendas, por la experiencia acumulada de los pueblos, las revoluciones están sujetas a parámetros morales, como lo planteó Marcuse en Ética de la Revolución (Kansas, 1964), en la saga de la Escuela de Frankfurt, y nos recomendó leer una obra reciente, de gran vivacidad y lucidez: Revoluciones Cuando el pueblo se levanta, del alemán Gero von Randow (Madrid, 2018). Sabia amiga, una de las muchas amistades de Nacho, mujeres y hombres, a menudo copartícipes de nobles causas, con quienes mantiene intercambios intensos, cálidos y de mutuo estímulo.

Nacho está, en todo momento, bastante bien informado y aunque ahora dice que tiene una nueva profesión – la de administrador de achaques (risa)- nos comentó, en fugaz encuentro para asomarnos a la coyuntura, con tapabocas y guardando distancia, que no le parece eso de buscar acuerdo nacional que congele la política a favor del statu quo cuando lo que se necesita y tiene inédita posibilidad, es alternancia de verdad, de hondo calado, no relevo entre facciones de las mismas élites.

No cree, ha repetido, que el progresismo sustituya el socialismo, al contrario, lo acerca, y avizora que éste será algo hasta ahora no imaginado ni ensayado, otro paradigma aún en ciernes que, marcando el cambio de época, se materializará como ecosocialismo a la vez comunitario y planetario, y que, según plantean analistas latinoamericanos, hay que hacer reformas serias: si hacemos bien las reformas se abre camino la revolución. La acción transformadora (lucha), culturalmente rescatada mediante la reflexión y el debate, es un aprendizaje permanente. Educador freireano a toda hora.

Todos los días hay que hacer lo máximo posible para que esto cambie, reitera. Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos, recuerda que observó Eduardo Galeano en 2002 en Cartagena de Indias en una sesión del Foro Social Mundial.

Lo veo siempre buscando por donde es posible avanzar, nunca quieto, nunca indiferente, en todo momento leyendo, actuando, conversando, escribiendo, wasapiando. Para mis adentros, atando cabos y recuerdos, concluyo que mi amigo Nacho no dejará de ser hasta el último día un posibilista revolucionario.

Hace poco, en momento sosegado, solté sin rodeos: “¿Y tu epitafio, Nacho, porque el de tu admirada María Cano en San Pedro de Medellín es Impuso la Jornada de los tres 8?”. Sencillo, amigo, si está en tus manos, puede tomarse del poema de Germán Pardo García: El Vendedor de Frutas y Pájaros:

Yo soy ese hombre vendedor de frutas /que en las ciudades a las puertas llama, /con su pequeño carro y su burrito / y un pregón musical para que le abran. / Oídme lo que digo, gentes duras, escuchad mi pregón y mis parábolas. // Pero nadie me escucha y estoy solo. / ¿Qué se hicieron los niños que compraban / mis pájaros azules, mis ramitos / de arrayanes y todas mis castañas? / Me siento solo en la ciudad oscura. / Cambiaré mi pregón: ¡vendo esperanza! / Vendo alegría para el mundo, / vendo ternura y amistad para las almas. / ¿Quién recibe un manojo de ternura? / ¿Quién quiere conocer esta abundancia / cristalina que llevo entre las manos, / y que amistad y corazón se llama? // No se puede ofrecer frutas y alondras / a un mundo sanguinario que fracasa. / No se pueden llevar lirios al pecho, / porque otros lucen homicida espada. / ¡Adiós, adiós, me voy con mis jilgueros, / mis frutas y mi olor a mejorana! / Ya nadie me conoce. ¡Adiós, amigos! / Vendo ciruelas, nueces y guayabas. // ¡Adiós, adiós, me voy hacia las brisas! / Ya nunca volveré... o quizá mañana, / si la luna y el sol no se equivocan / y mis sentidos de juglar no fallan. / En el reloj de la vecina torre / timbra el vacío de la madrugada. / Vendo gladiolas y orozuz y alpiste / y aretillos y anís...¡vendo esperanza!

Por razón de diversas actividades de fin de año esta columna volverá a aparecer en la última semana de enero 2022. Agradezco su comprensión.

luis.sandoval.1843@gmail.com

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alvaro(76376)24 de noviembre de 2021 - 12:47 a. m.
Por fortuna mientras regresa nos deja una muy buena reflexión con Nacho.Suerte en sus actividades incluyendo merecido descanso.Es usted señor Sandoval un pedagogo,un orientador,un brillante dirigente,sus columnas nos permite tomar buenas decisiones.Gracias.
Angela(gcg38)23 de noviembre de 2021 - 11:52 p. m.
Opiniones, como: ..."se necesita y tiene inédita posibilidad, es alternancia de verdad, de hondo calado, no relevo entre facciones de las mismas élites", es lo que la mayoría de colombianos esperamos hacer realidad el año entrante en las elecciones: un cambio de gobierno que nos dignifique y que impulse nuestro crecimiento.
bernardo(19305)23 de noviembre de 2021 - 05:06 p. m.
Muy bien escrito. No soy Nacho, pero disfruto soportando algunos queridos amigos que sí lo son. Aún así los quiero mucho. Bello Poema.
Horacio(0w5ft)23 de noviembre de 2021 - 01:58 p. m.
Nacho es ejemplo de una vida apasionada y instigante.
  • Atenas(06773)23 de noviembre de 2021 - 03:34 p. m.
    Seguro q’ sí, Horacio. Y más con ese invento tuyo de ‘instigante’, terminó q’ no figura en la RAE. Pero vos lo hacés ahí pa dar lora y te gusta ocuparte de las cositas intrascendentes, como ese tal Nacho, todo un cavernícola comunista, como Pacho q’ hoy se las pasa en reminiscencias de lo q’ no fue.
German(51480)23 de noviembre de 2021 - 01:11 p. m.
Don Luis, gracias, ojalá pudiéramos impregnarnos de la sensibilidad de Nacho, yo conozco un Chucho parecido, con una integridad a toda prueba, cuantas comodidades de la sociedad actual se le deben a estas personas sensibles, tan solo recordar el capitalismo en sus inicios cuando no habían jornadas laborales: mártires de Chicago, hoy, todo trabajador sin distingo, tiene derechos, gracias a ellos.
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