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Diálogo de sociedad por la vida y la libertad. Este primer escenario de diálogo es para que Ingrid Bentancourt no se muera en la selva, es para buscar o apoyar caminos que conduzcan a que todos los secuestrados en poder de los distintos actores armados vuelvan al seno de sus familias y de la sociedad.
En este tema no hay una sola formula válida, puede ser acuerdo humanitario, puede ser liberaciones unilaterales, puede ser rescate civil a la manera indígena u otra, puede ser con despeje o sin despeje, puede ser dialogando en el país o fuera de él. Está probado que la presión de la sociedad movilizada y la persistente gestión internacional logran remover las posiciones tanto del gobierno como de los grupos armados que por largo tiempo se consideraron “inamovibles”.
Los liberados recientemente por las Farc con cooperación internacional, con facilitación de espacios por parte del gobierno y las fuerzas armadas, han venido con propuestas, con iniciativa, con la decisión de encontrar fórmulas para que sus compañeros y compañeras, civiles y militares, que siguen en la selva, vuelvan a la libertad. Lo menos que podemos hacer es rodearlos y respaldarlos asumiendo que todos los colombianos somos la familia de los secuestrados.
Para esto se necesita reunirnos, encontrarnos todos los que buscamos salidas humanitarias para ver que está haciendo cada uno, en qué podemos apoyarnos y eventualmente qué acciones podemos emprender conjuntamente. Me atrevo a pensar que Naciones Unidas, a través del PNUD, que tan valiosos oficios ha prestado ya a iniciativas de la sociedad colombiana, podría ser anfitrión y facilitador de este diálogo de sociedad entre todos los actores que desde hace mucho o poco tiempo se ocupan del problema humanitario. Ingrid no se morirá en la selva, haremos lo máximo por evitarlo, lo conseguiremos.
Dialogo de sociedad por un acuerdo fundante para la paz, el desarrollo y la equidad. Este segundo escenario de diálogo se ocupa de algo más estructural: explorar los términos de un acuerdo que haga posibles los cambios o reformas más indispensables para la convivencia, el desarrollo de la sociedad colombiana y la consolidación de instituciones legítimas.
La propuesta se haría en términos tales que resulten atractivos y confiables para todos los actores armados no estatales y paraestatales a fin de que se sometan a un auténtico proceso de justicia transicional o metamorfosis que los habilite para participar en el gran acuerdo fundante nacional. Este espacio de diálogo responde a las propuestas que se hicieron a raíz de las impactantes marchas del 4 de febrero, 6 de marzo y del concierto organizado por Juanes el 16 de marzo en la frontera colombo venezolana.
En este caso se invertiría el método ya gastado de que gobierno y actores armados ilegales se sientan a dialogar y llegan, o no llegan, a algún tipo de acuerdo, con escasa o ninguna participación de la sociedad. Ahora se trataría de que fuerzas de la sociedad civil y de la sociedad política, en forma amplia y plural, se reúnen, dialogan y proponen al país y a los grupos armados los términos en que se desataría un proceso de reordenamiento democrático y pacífico de la sociedad y de las instituciones políticas.
Se estaría sustituyendo el actual camino de asfixia militar por el de asfixia democrática del conflicto, por supuesto si los armados acogen esta opción. Hoy existe un espejismo de victoria fácil y cercana. Exactamente eso, un espejismo. Por eso el diálogo que se propone sería en busca de la solución no de la victoria como bien lo planteó, pocos días antes de morir, en junio 2007, Alfonso López Michelsen.
lucho_sando@yahoo.es
