La Federación de Municipios había planteado el tema de unificación de elecciones lo cual conllevaba la prolongación por dos años (hasta 2024) del mandato del Presidente Duque y de otros altos funcionarios y magistrados.
Sobre la exótica iniciativa venía dándose un debate en medios, el gobierno decía no saber nada, que el tema no estaba en su agenda, pero el Senador Luis Fernando Velasco dio detalles indicadores de que el gobierno movía cuerdas soterradamente.
El miércoles 17 de marzo los medios dieron como inminente la presentación del proyecto y efectivamente a las pocas horas se conoció su radicación en Cámara con la firma de más de 20 Representantes. En minutos ya circulaba en redes el texto completo con firmas autógrafas, algunas indescifrables.
Los firmantes fueron 7 del Partido Conservador: Buenaventura León, Nidia Marcela Osorio, Félix Alejandro Chica, Felipe Andrés Muñoz, Armando Antonio Zabaraín, Diela Liliana Benavidez y Juan Carlos Rivera; 6 del Partido de la U: Mónica Liliana Valencia, Teresa de Jesús Enríquez, José Eliécer Salazar, Milene Jarava Díaz, Astrid Sánchez y Alonso José del Río; 4 de Cambio Radical: Modesto Enrique Aguilera, Salim Villamil, Oscar Camilo Arango y José Gabriel Amar; 3 del Partido Liberal: Juan Diego Echavarría, Carlos julio Bonilla y Hernán Gustavo Estupiñán; 1 de Opción Ciudadana: Franklin del Cristo Lozano; 1 del Centro Democrático: Luis Fernando Gómez. Más 2 firmas sin determinar.
De 24 firmantes 15 retiraron sus firmas por la vigorosa reacción ciudadana en redes. El proyecto sin las 10 firmas legalmente necesarias cayó en menos de 24 horas. Se gestó el golpe en oscuro conciliábulo de parlamentarios gobiernistas y se frustró por la acción rápida, a plena luz, de parlamentarios demócratas y sociedad civil activa.
Las dos coaliciones alternativas, la de la Esperanza y la de Pacto Histórico, suscribieron conjuntamente una Declaración en Defensa de la Democracia. Carta denunciando el grave atentado contra la institucionalidad democrática alcanzó a dirigirse a la CIDH. Dirigentes sociales, como el Presidente de la CUT, hicieron enérgicos pronunciamientos.
¿Dónde estuvo el epicentro de este movimiento telúrico de la política: en el gobierno, en los partidos, en la ocurrencia interesada de algunos gobernantes territoriales y parlamentarios? ¿Quién o quiénes diseñaron con bastante detalle el intento de golpe? Hay que saberlo, no se puede quedar en la penumbra.
Es obvio que se pensó el movimiento, mejor, “la movida”, procurando concitar la máxima confluencia de intereses y cooptar, con el halago del mayor tiempo, a los magistrados de las altas cortes. Debieron calcular que la Corte Constitucional quedaría paralizada por algún tiempo mientras nombraba conjueces dado que se trataba de prolongar su propio período como lo señaló el exministro de justicia Parmenio Cuéllar.
Lo que el hecho indica es que las élites más retardatarias no aceptan el juego democrático de una alternancia real (rotación en el poder). Ellas ganan siempre porque practican el oligopolio político en forma consociativa (Frente Nacional), porque se dividen en apariencia para hacer creer que una facción es alternativa a otra, o sencillamente echan mano del fraude porque “nosotros nunca perdemos” como en una ocasión explicó, sin inmutarse, don Hernando Santos, Director de El Tiempo (en referencia a las elecciones de 1970). Y casos hay en que no han vacilado en apelar al asesinato puro y simple del líder opositor con posibilidad de triunfar (Gaitán, 1948).
Al presente Colombia experimenta no solo un dramático retroceso económico sino también una trágica involución de su ya fementida democracia. Patente el abuso de poder en todas las medidas tomadas con ocasión de la pandemia, el reduccionismo implacable del Acuerdo de Paz, el comienzo de un nuevo ciclo de violencia por la negativa a continuar el proceso de paz política.
Las fuerzas que gobiernan sienten pavor cuando se aproximan los comicios de 2022 y las encuentra con un líder desgastado y sub judice, un presidente inexperto dedicado a simular sin liderazgo de nada, con sus partidos desarticulados y erráticos frente a una ciudadanía que sigue mostrando inconformidad en calles, plazas y redes, superando las limitaciones de la emergencia sanitaria.
Están cargando los dados a favor del statu quo en normas e instituciones, como ocurre con el código electoral y la registraduría; están tratando de copar y manipular medios de comunicación y redes sociales; están refinando el empleo de recursos clientelares, aunque sea con migajas; están tratando de maquillar la reforma tributaria a fin de que no sea percibida su esencia regresiva. Así, a toda costa, buscan reproducirse en el poder.
Se develó y desbarató a tiempo el intento de golpe preventivo la semana pasada. Seguirán buscando atajos antidemocráticos. No está despejado el camino hacia unas elecciones limpias. “!Ojo con el 2022!”
Colombia necesita aprender a respetar la alternancia, o rotación, de opciones diferentes en el gobierno acatando la voluntad soberana de los electores.