Excelente la impresión que produjeron en el debate del domingo 18 de abril los candidatos Mockus, Petro y Pardo.
Sobresalieron por innovadores, concretos, preparados… Tienen, sin duda, las propuestas más serias para el país. Infortunadamente por distintas razones cada uno considera que debe llegar solo a la primera vuelta. La articulación no fue más allá del entendimiento Mockus-Fajardo. Hay que notar, sin embargo, sin disponer aún de una nueva encuesta, que parecería, como secuela del debate del domingo, que Mockus continúa en ascenso y Noemí en descenso. Ello estaría vigorizando la hipótesis de que los triunfadores en primera vuelta el 30 de mayo serían Santos y Mockus.
Mockus, Petro y Pardo tienen la obsesión del cambio, sin que lo entiendan los tres de la misma forma. Si uno de ellos pasa a la segunda vuelta, se hace ineludible plantear el acuerdo. Cada vez es más claro que si no es para la primera vuelta el entendimiento entre fuerzas afines, o que se aproximan por necesidad, se hace indispensable para buscar el triunfo en la segunda. Por eso hay que explorar caminos y ofrecer elementos que faciliten dar el paso en el momento preciso. El aspecto programático va a jugar en este caso un papel primordial porque la perspectiva es la de un gran movimiento que enarbole la bandera de la recreación de la política en profundidad, junto a la de la equidad y la preservación de la legalidad democrática.
Es de esperar que el candidato ético Mockus y los candidatos sociales Petro y Pardo estén a la altura y sorprendan al país con una propuesta de reformas básicas como se sugiere, a manera de ejemplo, al final del presente texto. Es preciso identificar un concepto central inspirador del entendimiento: además de la ética procedimental como transparencia el país necesita que se instaure la práctica intensa y extensa de una ética sustantiva capaz de asegurar el cumplimiento de los fines del Estado social de derecho avanzando decididamente en el campo de los derechos, la equidad y la calidad de vida. La gente no quiere solamente oir que nos van a gobernar con seguridad, honradez y sin mafias sino que todos y todas, en todas las regiones, vamos a vivir mejor.
En este país se registra periódicamente el crecimiento imparable de la desigualdad social, al tiempo que se constatan las ganancias enormes de la economía y, en particular, las exorbitantes del sector financiero.
Ciertamente hoy en Colombia hay que separar la política y el ejercicio del poder público del crimen, la corrupción, la violencia y la mafia, pero al mismo tiempo, con igual o mayor empeño, hay que encaminar la acción de los partidos políticos y la de las instituciones a la realización de los derechos de todos y todas, la justicia social y la dignidad nacional.
Cinco reformas básicas conjugan hoy los requerimientos de la transparencia y la equidad: 1. La reforma Rural para combatir el hambre, 2. La reforma urbana para la vivienda y el trabajo, 3. La reforma financiera para que ganemos todos no solo los bancos, 4. La reforma de la política (Congreso, Partidos, Sistema Electoral) para que sirva al interés público, 5. La reforma de las relaciones internacionales para que Colombia trabaje con dignidad por un mundo multipolar, la integración latinoamericana y la glocalización. Así se aproximará la paz.
Estos puntos podrían ser la base de un gran acuerdo de fuerzas sociales, políticas, económicas, etnoculturales y regionales hoy en Colombia. Se estarían creando las condiciones para que el cambio triunfe abrumadoramente en la presente contienda electoral.