Izquierda renueva banderas

Luis I. Sandoval M.
20 de enero de 2014 - 11:00 p. m.

Frente a las dinámicas de articulación y formulación programática que la izquierda colombiana y sectores progresistas y democráticos independientes adelantan al presente, me parece importante transcribir aquí algunos de los planteamientos centrales que el Vicepresidente de Bolivia Álvaro García Linera hizo en Madrid a mediados de diciembre en el Congreso del Partido de la Izquierda Europea (PIE).

Permítanme ser directo, franco... pero también propositivo. ¿Qué vemos desde fuera de Europa? Vemos una Europa que languidece, una Europa abatida, una Europa ensimismada y satisfecha de sí misma, hasta cierto punto, apática y cansada. Sé que son palabras muy feas y muy duras, pero así lo vemos. Atrás ha quedado la Europa de las luces, de las revueltas, de las revoluciones. Atrás, muy atrás, ha quedado la Europa de los grandes universalismos que movieron al mundo, que enriquecieron al mundo, y que empujaron a los pueblos de muchas partes del mundo, a adquirir una esperanza y a movilizarse en torno a esa esperanza...

Unas democracias sin esperanza y sin fe son democracias derrotadas. Unas democracias sin esperanza y sin fe son democracias fosilizadas. En sentido estricto, no son democracias. No hay democracia válida que sea simplemente un apego aburrido a instituciones fósiles con las que se cumplen rituales cada tres, cada cuatro o cada cinco años, para elegir a los que vendrán a decidir de mala manera sobre nuestros destinos. Todos en izquierda más o menos compartimos, un pensamiento común de cómo hemos llegado a semejante situación. Los estudiosos, los académicos, los debates políticos brindan un conjunto de ejes interpretativos de lo mal que estamos y de cómo hemos llegado ahí.

¿Cómo hemos llegado a esta situación? Entendemos que el capitalismo ha adquirido –no cabe duda- una medida geopolítica planetaria absoluta. El mundo entero se ha redondeado. Y el mundo entero deviene un gran taller mundial. Una radio, un televisor, un teléfono, ya no tiene un origen de creación, sino que el mundo entero se ha convertido en el origen de creación. Un chip se hace en México, el diseño se hace en Alemania, la materia prima es latinoamericana, los trabajadores son asiáticos, el empaque es norteamericano, y la venta es planetaria.

La izquierda europea no puede contentarse con el diagnóstico y la denuncia. El diagnóstico y la denuncia sirve para generar indignación moral y es importante la expansión de la indignación moral, pero no genera voluntad de poder… La izquierda europea, la izquierda mundial, a esta vorágine depredadora de naturaleza y de ser humano que lleva adelante el capitalismo contemporáneo, tiene que aparecer con propuestas o iniciativas. La izquierda europea, y las izquierdas de todas las partes del mundo, tenemos que construir un nuevo sentido común.

En el fondo, la lucha política es una lucha por el sentido común. Por el conjunto de juicios y de prejuicios. Por la forma en cómo de manera simple la gente: el joven estudiante, el profesional, la vendedora, el trabajador, el obrero, ordena el mundo. Ese es el, sentido común. La concepción del mundo básica, con la que ordenamos la vida cotidiana. La manera de cómo valoramos lo justo y lo injusto, lo deseable y lo posible, lo imposible y lo probable. Y la izquierda –mundial, la izquierda europea- tiene que luchar por un nuevo sentido común, progresista, revolucionario, universalista.

No nos dejen solos a otros pueblos que estamos luchando de manera aislada en algunos lugares, en Siria, algo en España, en Venezuela, en Ecuador, en Bolivia. Necesitamos de ustedes, de una Europa que vuelva nuevamente a alumbrar el destino del continente y el destino del mundo.

 

lucho_sando@yahoo.es

 

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