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Alma: una cocina que florece desde adentro

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Madame Papita
24 de octubre de 2025 - 05:00 a. m.
“Alma es mucho más que el restaurante de un hotel: es un proyecto vivo que ha sabido construir un lenguaje propio”: Madame Papita.
“Alma es mucho más que el restaurante de un hotel: es un proyecto vivo que ha sabido construir un lenguaje propio”: Madame Papita.
Foto: Cortesía
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En el corazón del Centro Histórico de Cartagena, donde las piedras cuentan historias de siglos y el mar habla a unos pasos, se levanta un restaurante que honra su nombre: Alma (@restaurantealmaoficial). No solo por la calidez que se respira en su servicio ni por los aromas que se desprenden de su cocina, sino porque allí cada persona que forma parte del equipo florece, crece y deja una huella en la experiencia de los comensales que se sientan a la mesa.

Alma es mucho más que el restaurante de un hotel: es un proyecto vivo que ha sabido construir un lenguaje propio entre la tradición y la vanguardia. Desde su fundación, su cocina estableció una mirada respetuosa hacia los productores locales, el uso de ingredientes frescos del Caribe y una constante búsqueda de innovación, lo que convierte cada plato en una historia por descubrir.

Pero lo que verdaderamente distingue a este lugar es su capacidad de cultivar a su gente, tanto como hace crecer su propuesta gastronómica. En cada estación de trabajo se percibe un ambiente donde se aprende, se escucha y se experimenta sin miedo: un espacio que impulsa el crecimiento de cocineros, meseros y aprendices por igual. No en vano, el hotel Casa San Agustín (@casasanagustin) recibió una de las tres llaves Michelín entregadas recientemente al grupo hotelero del cual es el corazón. Estas llaves son una nueva clasificación creada por la reconocida Guía Michelín (@michelinguide) para destacar experiencias de alojamiento sobresalientes en todo el mundo. Casa San Agustín, miembro de Leading Hotels of the World, fue destacado no solo por su impecable servicio, sino por ser un lugar donde todo tiene un encanto único.

El chef de Alma, Heberto Eljach, logró un equilibrio admirable entre técnica, identidad y emoción. Su cocina es un punto de encuentro entre el Pacífico, el Caribe y el mundo. Cada plato parece hablar varios idiomas a la vez: el del fuego ancestral, el del mar cartagenero, el de los viajes y las memorias personales que se transforman en sabores. En sus preparaciones conviven ingredientes humildes con ejecuciones de alto nivel, sin que ninguno pierda su esencia. Es esa alquimia entre el respeto por el origen y la curiosidad por lo nuevo la que convierte a Alma en una experiencia que va más allá del plato.

Eljach ha construido, junto a su equipo, una cocina de cruces culturales donde los pescados y mariscos del Caribe se encuentran con técnicas contemporáneas, y donde las raíces pacíficas y andinas se funden con influencias internacionales. No hay pretensión sino propósito: representar a Colombia con autenticidad y con un profundo amor por el territorio. Probar su menú es recorrer un mapa sensorial del país, un viaje por costas, montañas y selvas, donde cada bocado deja una memoria.

En un país como el nuestro, donde la gastronomía a veces se mide por su fama o su estética, Alma demuestra que el verdadero valor de un restaurante está en su gente y en su proceso de siembra interna. Ahí se cocina con paciencia, se enseña con generosidad y se sirve con gratitud. En sus mesas conviven los turistas que llegan en busca del sabor local con los cartageneros que saben que en ese lugar se respeta la sazón y la hospitalidad de su tierra.

Alma es el reflejo de una Colombia que florece sin prisa, que entiende que la cocina no es solo espectáculo, sino cultivo. Que detrás de cada plato hay manos que aprendieron a filetear un pescado con precisión, a manejar el fuego con respeto y a sonreír mientras sirven un cóctel o un postre. Allí la creatividad no se impone: se comparte, se contagia y se celebra.

Por eso, quien visita Alma no solo come bien: aprende, siente y se transforma. Este restaurante deja huella porque entiende que alimentar también es cuidar, que servir es enseñar, y que cocinar, cuando se hace con alma, como debe ser, puede convertirse en un acto de arte, de comunidad y de país.

Último hervor: En Colombia el buen queso despierta sonrisas y recuerdos. Siendo así, que bueno que Ara nos sorprenda con “De La Cuesta, Placeres”, su nueva línea premium de quesos importados. Se trata de una selección pensada para quienes disfrutan de los pequeños grandes momentos: un vino compartido, una tabla bien servida o el simple gusto de darle un regalo al paladar. Cada variedad invita a viajar por sabores intensos, texturas cuidadas y aromas que elevan lo cotidiano, porque hay productos que no solo se comen: se sienten. Y estos, sin duda, también llegan directo al alma.

@MadamePapita

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David Valencia Cuellar(0vhxw)25 de octubre de 2025 - 03:32 a. m.
Rica columna....
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