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Mujeres que cocinan la memoria de Boyacá

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Madame Papita
11 de julio de 2025 - 05:01 a. m.
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Este premio no lo ganamos desde una cocina con mármol, sino con barro en los zapatos y memoria en las manos”. La frase es de José Luis Rivera, fotógrafo y productor del libro ‘Cocinas Campesinas de Boyacá, Colombia: Pa’ sumercé’ quien, junto a su equipo, y gracias a este proyecto, obtuvieron el galardón mundial a mejor equipo investigador de cocinas tradicionales, otorgado por los Gourmand World Cookbook Awards 2025.

Y es que detrás de esta victoria no hay estrellas Michelin, vajillas de lujo ni ingredientes exóticos: hay ollas ennegrecidas por el fogón, cucharas de palo, pailas de cobre heredadas y mujeres que han sabido conservar, a fuego lento, lo que somos. Porque si alguien que ha cargado con la responsabilidad de alimentar, transmitir saberes y sostener nuestra cocina campesina, son las mujeres. Madres, abuelas, cocineras, portadoras silenciosas de una memoria que no está en libros, sino en las manos y en el alma.

El libro que no es una simple recopilación de recetas, sino una poderosa investigación etnográfica, visual y narrativa, que representa un punto de inflexión y un llamado a conectarnos con la memoria gastronómica. Por fin, una región como Boyacá, históricamente relegada al segundo plano en los mapas gastronómicos del país, se sienta en la mesa de los grandes. Y lo hace con sopa de ruyas, arepas y cocido, y con una propuesta que honra el trabajo en comunidad, el respeto por el territorio y las tradiciones y el valor de escuchar antes de contar.

El reconocimiento también celebra un proceso profundamente transformador: “Este premio es un homenaje a las mujeres y hombres del campo, que nos enseñaron con generosidad. Lo único que hicimos fue escucharlos y devolverles su historia en forma de libro”, asegura Ricardo Malagón, líder investigador del Sena. Eso fue suficiente para brillar en un escenario internacional donde participaron proyectos de más de 200 países. “Dudé del producto viendo lo que llevaban otros países, que habían invertido mucho dinero no solo en el libro, sino en una estrategia comunicativa”, recuerda, entre risas y nervios, José Luis.

Hoy, ‘Cocinas Campesinas de Boyacá’ no solo es el mejor libro de investigación en cocinas tradicionales del mundo, es una declaración: Colombia cocina con identidad. Desde un fogón rural podemos llegar al mundo, y no como exotismo, sino como testimonio de una cultura viva, compleja y profundamente arraigada. Esto solo se logra cuando comunicamos sin prejuicios, sin necesidad de elogios, y reconociendo a los portadores de nuestra historia gastronómica. Hay que reconocer a las instituciones que apostaron por esta mirada crítica y respetuosa: el Sena y la Escuela de Gastronomía Mariano Moreno. Ambas, además de respaldar sus semilleros de investigación, entendieron que formar cocineros no es solo enseñar técnicas, sino sembrar conciencia, identidad y memoria colectiva.

Este triunfo no es casual. Es la suma de generaciones que han cocinado sin pedir nada a cambio. Es el resultado de una academia que, por fin, baja del pedestal para ensuciarse los zapatos y escuchar. Es una señal de que la cocina tradicional no es folclor ni nostalgia: es presente y conocimiento. También es orgullo, porque mientras otros celebran aperturas pomposas, aquí se premia el silencio sabio de quienes han cocinado por siglos sin reconocimiento.

Este equipo no para, y ya está investigando sobre Córdoba, documentando saberes, recetas y fogones. El corazón del próximo libro ya palpita en otro territorio olvidado por el centralismo gastronómico, pero que está más vivo que nunca gracias a mujeres que revuelven la olla con la misma fuerza con la que sostienen una familia, una tradición, una comunidad. Esto no es para encasillarnos en temas de género. Por el contrario, es reconocer que, desde que tenemos memoria, hemos sido las mujeres las llamadas a encabezar procesos de memoria no solo en la cocina, sino procesos sociales, culturales, económicos…

Mientras algunos insisten en buscar afuera, el futuro de la cocina colombiana tal vez está adentro, en un humilde rancho, al lado de una olla que silva cuando hierve. Me emociona saber que nuestras recetas, nuestras palabras con acento boyacense pueden recorrer el mundo con dignidad, pues creo, de corazón, que cocinar con identidad es una forma de amar.

Último hervor: Descansemos de política, pero nunca de lo que nos llena de esperanza y nos da un respiro en medio del caos. Vean #Superman, pues creo que hoy, representa esos ideales que tenemos dentro, como un buen recuerdo de infancia. Siempre necesitaremos quien nos salve de la violencia, de buitres carroñeros o de malos trastocados con ganas de controlar el mundo. Vuelve con su capa roja y su eterna enamora, en una película que da un descanso, y nos hace reír. Además, en esta entrega hay un amigo fiel que llega a sacarnos más de una carcajada.

@madamepapita

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Olga Cuellar(48573)11 de julio de 2025 - 04:40 p. m.
Cómo conseguir el libro? Deliciosa como siempre su columna.
Roberto Avila Ayala(58073)11 de julio de 2025 - 04:06 p. m.
Muy lindo el libro pero no hay ninguna forma de adquirirlo
David Valencia Cuellar(0vhxw)11 de julio de 2025 - 03:11 p. m.
Como siempre magnífica tu columna PAPITA. Arriba Boyacá......
Jose Dulcey(91028)11 de julio de 2025 - 01:27 p. m.
Como es su costumbre ,Madame Papita nos diò un gusto para las papilas gustativas mentales
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