Publicidad

#MadamePapita

No me dañen el caldo de pata

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Madame Papita
15 de marzo de 2024 - 02:00 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Vuelve a estar muy de moda el mejor remedio que tenía mi abuela para todos los males: el caldo de pata, bien fuera de res o pollo, o el caldo batido de carne. Llevamos ya un par de años en que el caldo ha vuelto a ser importante en la nutrición de nosotros, desencasillándolo como una solución para el dolor de estómago y el guayabo. Por el contrario, actualmente tiene un papel muy importante en la alimentación del día a día de atletas, sirve para retrasar el proceso de envejecimiento de las articulaciones, es un apoyo para un tracto digestivo más sano, y porque no, hasta aporta para el colágeno que necesitamos las mujeres a partir de cierta edad (en la cual me incluyo).

Los caldos son una solución maravillosa, siempre y cuando no sean esos polvos o cubos listos, que ni quiero leer la etiqueta para no darle la razón a nadie. Un buen caldo es cuestión de agua, un buen hueso de cualquier animal, hierbas aromáticas, algo de verdura, sal y pimienta, y una tonelada de paciencia, para esperar que el tiempo pase. Colombia ha tenido caldos memorables desde siempre, con una lista que se puede alargar según el gusto del consumidor: pajarilla, menudencias, costilla y, claro está, el de papa, que todo lo soluciona.

Somos un país que aún hoy, y con la economía apretada, siempre va a preferir de primer plato una sopa o una crema que caliente el alma y el ambiente. La sustancia es lo primordial, pero el recado también. Los fines de semana, las sopas en cada región son un llamado a un buen almuerzo con amigos, y en la vida de todos, son una cura sabrosa para cualquier malestar. Las sopas son recetas que hemos heredado generacionalmente y que, de cualquier manera, siempre son un balance para la economía del hogar.

Por estos días, el caldo de pata (de pollo) se ha vuelto protagonista, de una manera horrorosa, de las redes sociales, que lo convirtieron en un término corto para referirse a la compleja, misteriosa y desgreñada situación que vivimos en Colombia a diario. Faltaría más que ahora el caldo también se vea satanizado gracias a los gurús digitales de la vida nacional, que osan comparar la realidad con el plato. Hay dos frases que, de verdad, hablan muy mal de nosotros como furibundos opinadores: “Caldo de cultivo” y “darnos pata”, pero juntarlas y además decir que Colombia es un ‘caldo de pata’ ya es un símil muy difícil de pasar.

La base del caldo es pata de pollo, preferiblemente, acompañada con algo de apio, cebolla, sal, pimienta, entre otros. Es un super alimento para quienes tienen reducida su ingesta diaria de proteína, que es el caso de miles de colombianos, y su aspecto permite que usted le ponga un algo más y sea una gran comida para todos. Pero claro, como estaremos para sentirnos exquisitos con la situación actual, entonces empezamos con las comparaciones pendejas.

Lo cierto es que cuando en una casa hay una taza de caldo espeso, hay una buena comida de por medio. Bien diferente a un caldo de cultivo que, generalmente, termina siendo un pronóstico de un problema mayúsculo, según el argot de las madres preocupadas por las andanzas de sus hijos. Mientras que una buena pata de pollo guisada, o una pata de res bien cocinada son manjares de la cocina, ver en un ‘caldo de pata’ la situación de Colombia conlleva una amplia capacidad de imaginar los personajes, los sabores, las situaciones y hasta la posibilidad de leer, en el fondo del plato, el futuro del país.

Los caldos son maravillas de nuestra cocina, delicias de las abuelas y soluciones alimenticias de muchos hogares. Lejos estamos de un caldo de pata real entre nosotros, donde la violencia sea el caldo de cultivo a una revolución violenta, como la que vivimos hace unos años, en donde después de mucho buscar el origen, descubrimos que el ingrediente principal siempre fue la desinformación en las redes sociales.

Último hervor: Las panaderías de barrio están como el pobre caldo, buscando quién las salve, pues la situación semana a semana está más compleja en términos de costo-beneficio. Y, para completar, a veces parece que cada día tienen menos clientes fieles, de esos que religiosamente compraban su pan del desayuno. Volvemos a la satanización: ¿de cuándo acá el pan caserito de nuestros barrios necesita más impuestos, más sobrecostos y más explicaciones?

El tema de tener que etiquetar, marcar y anunciar que todo puede ser un posible causante de enfermedades está llevando a los extremos muchas conversaciones que serían más positivas y propositivas si, además de poner en conocimiento del consumidor los ingredientes usados, le bajáramos tres puntos a la indignación. Para una gran parte de colombianos, un pan en el desayuno es lo básico, debido a sus preferencias y sus ingresos, pues no todos los días hay para tamal, caldo o huevos. Pasen por la panadería del vecino, busquen la promoción del día y ayuden. Y usted, amigo panadero, ármese de valor para seguir defendiendo su pan.

Conoce más

Temas recomendados:

 

Manuel(21794)15 de marzo de 2024 - 09:17 p. m.
Desde que dejaron de producir trigo en nuestro pais y todo es importado,los precios y calidades de esos granos se volvieron inmanejables y nos mantienen en permanente alza de precios de los productos finales.
María(6115)15 de marzo de 2024 - 02:10 p. m.
Me gustó mucho su columna. Mi abuela sostenía que un buen caldo, (hecho con hueso de res, una zanahoria, una hoja de apio, sal, pimienta) debía ser casi transparente de lo puro que quedaba al final de una eterna cocción. El pollo o los huesos de pollo se ponían a la mitad del proceso y se dejaban solo un rato. Había que sacar espuma maluca cada tanto. Nunca volví a tomar un consomé tan exquisito. De esa misma base se hacía cualquier sopa, desde sopa de pan hasta ajiaco.
Alvaro(31173)15 de marzo de 2024 - 10:42 a. m.
Todo lo explicado es verdadero, pero hay que buscar y practicar la economia al comprar.
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.