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Que estas fiestas nos encuentren presentes

Madame Papita

19 de diciembre de 2025 - 12:00 a. m.

Hay años que finalizan con pasos suaves, casi en puntillas, y otros que entran a diciembre como una ola que nos revuelca sin pedir permiso. Cada uno verá cómo califica a 2025. Pero, de una u otra forma, todos terminan en lo mismo: en un recordatorio profundo de que la vida se sostiene en pequeños gestos: una mesa que se arma, un mensaje que llega a tiempo, una visita inesperada o un silencio que acompaña. Las fiestas decembrinas son eso: un borde del calendario donde la memoria y el presente se entrelazan y nos desafían.

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Este diciembre quiero desearles unas felices fiestas desde un lugar distinto, más íntimo y más honesto. No solo desde el brillo de las luces o el aroma a natilla caliente, sino desde la certeza de que todos necesitamos, a nuestra manera, un poco de compañía. Porque celebrar también es un acto de cuidado, y cuidarnos empieza por algo tan simple como preguntarnos: ¿cómo estás? ¿Qué necesitas? ¿Qué puedo hacer para que este fin de año te pese menos o te alimente más?

Habiendo dicho eso, es necesario reconocer algo que pocas veces nombramos: hay personas que en diciembre prefieren estar solas. No por falta de cariño, sino porque la soledad, a veces, es un lugar necesario. Un espacio para procesar, para sanar, para recordar sin ruido. Y eso también es válido. Las fiestas no deberían ser una obligación social, sino una elección personal. Lo importante es que, sea cual sea la forma de vivirlas, podamos chequearnos unos a otros desde la empatía. Si alguien quiere compañía, que la encuentre, y si alguien quiere silencio, que se le respete. Aprendamos a leer a los demás sin imponer nuestras expectativas.

En estas fechas solemos hablar de lo visible: los regalos, las reuniones, los viajes, las mesas llenas. Pero quiero invitarlos a invertir en lo que no se ve. En el camino recorrido. En la palabra dicha a tiempo. En el plato comprado al emprendedor que cocina con su alma. En la artesana que trabaja mientras todos duermen. En el productor que siembra sin saber si el clima será generoso. En el chef que transforma su infancia en recetas para otros. En esas manos que, desde sus rincones del país, sostienen buena parte de lo que somos. Comprar local es más que una transacción: es un voto de confianza, un abrazo a lo nuestro, una manera de decir “su trabajo nos importa”.

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Diciembre también es un tiempo para agradecer lo invisible: los aprendizajes que no publicamos, las luchas que nadie ve, las victorias pequeñas que solo importan a quien las vivió. Cada quien guarda su propia historia y, aun así, seguimos caminando, seguimos apostando por construir, por cocinar, por crear, por compartir. Eso también merece celebración.

En un mundo que nos atropella corriendo, estas fiestas pueden ser un recordatorio para bajar el ritmo y valorar lo esencial. Volver a las manos que producen lo que comemos, a las pequeñas economías que sostienen nuestras ciudades, a la cadena silenciosa de favores que nos conecta. Apostar por la vecina que hace buñuelos, por el joven que empieza su marca de postres, por la señora que borda pesebres, por el transportador que lleva toda la madrugada en carretera para que tengamos frescura en la mesa.

Mi deseo para ustedes es simple: que estas fiestas les encuentren presentes, con el corazón un poco más abierto, con la sensibilidad despierta, con la capacidad intacta de sorprenderse y de cuidar desde la diferencia. Hay que celebrar, sí, pero cada uno a su ritmo, respetando el del vecino. Que abracemos, si podemos. Que compartamos, si queremos. Que descansemos, si lo necesitamos. Que miremos alrededor con la misma atención con la que miramos un buen plato: buscando matices, entendiendo tiempos, sabiendo que cada historia tiene su propia sazón.

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¡Felices fiestas para todos! Que este cierre de año nos recuerde que nunca caminamos solos: siempre hay alguien sembrando, cocinando, creando, acompañando. Que 2026 llegue con más mesas compartidas, más manos enlazadas y más ganas de apostar por lo nuestro. Porque cuando invertimos en lo invisible, construimos lo verdaderamente importante: comunidad.

Último hervor. Quiero aprovechar este espacio para darle las gracias a cada uno de los emprendedores que participó de la #CadenaDeFavores de Madame Papita. Este año confiamos unos en otros, en lo que ofrecemos, en la calidad de lo que vendemos y, sobre todo, en la posibilidad de entrelazar el tejido productivo de varios sectores entorno a la mesa. Nos vemos en un año, en el cual solo le pido al Niño Dios que doblemos la cadena para llegar a toda Colombia.

@MadamePapita

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