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Es bueno de vez en cuando, igual que se hace con otros ejemplos culturales, recordar que el cine es un arte por derecho propio y que a pesar de ser tan relativamente joven con respecto a los otros, ya hay un acervo de aniversarios que vale la pena rememorar y este año incluye varios de la mayor importancia. Quizá para los buenos cineastas, lo más importante fue el centenario del nacimiento de Ingmar Bergman, uno de los más grandes hombres del cine de todos los tiempos. Sus cintas, siempre de gran profundidad, sabían reflejar y analizar acertadamente la condición humana, y su influencia en numerosos cineastas es básica. Por ejemplo, Woody Allen confesaba que si no hubiera sido por Bergman su cine no existiría. En una brillante cinta, la versión filmada de La flauta mágica, de Mozart, supo unir el amor al cine y el amor a la música, y películas como El séptimo sello y Persona son tan excelentes que uno las puede ver una y otra vez y siempre encontrarles algo nuevo. Lo que sorprende, sin embargo, es que a pesar de su importancia, pocos cineclubes entre nosotros recordaron este centenario para rendir homenaje y hacer conocer la obra genial de Bergman.
Este año también marca los cincuenta de la muerte de otro gran hombre de cine: el italiano Federico Fellini. Este fue otro influyente director, autor de cintas (la mayor parte de ellas con libreto propio) en las cuales el elemento de fantasía siempre estaba presente y, sin llegar al surrealismo de Buñuel, daba un retrato lleno de imaginación de acontecimientos de la vida diaria. Películas como La dolce vita, Ocho y medio y Las noches de Cabiria son obras maestras que los amantes del cine y sus creadores estudian en forma continua y ha sido ejemplo para generaciones de creadores cinematográficos. A riesgo de ser repetitivo, hay que decir que este cincuentenario escasamente fue recordado por un par de entidades.
Quizá no tan importante como los anteriores, pero uno debe recordar el centenario de la primera película que se hizo sobre el personaje de Tarzán, Tarzán de los monos, con el primer intérprete de este personaje: Elmo Lincoln. La primera novela fue publicada en 1912 y solo seis años más tarde ya se había llevado al cine, en el cual ha sido quizás el personaje más usado por la industria. La cinta tuvo tanto éxito, que solo unos meses más tarde ya se estrenaba la segunda, El romance de Tarzán, también con Lincoln.
Los anteriores son solo ejemplos de lo que debía haber sido rememorado y, como el año no se ha acabado, valdría la pena que los organizadores de proyecciones de cine como arte hagan la necesaria enmienda.
