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Si por aquí llueve, por allá no escampa, es una variación del conocido refrán y en este caso se trata de mostrar que los problemas financieros de la cultura no son monopolio nuestro. Un vistazo a las noticias sobre temas culturales en diferentes lugares del mundo muestran que aparentemente por las crisis financieras, como de costumbre, la cultura es la primera perjudicada. Aquí ha habido fuertes recortes a las ayudas y patrocinios de iniciativas culturales y muchos programas que estaban en desarrollo y que han tenido éxito en el pasado en la difusión de hechos culturales amenazan con morir en tal forma que será difícil resucitarlos después si es que las cosas económicas mejoran. Mientras que el fracasado concierto de un rapero que nada tenía de lo que tradicionalmente se llama cultural y que iba a costar muchos millones fue suspendido (y, curiosamente por iniciativa del mismo músico) nada se dice de cómo se ayudarán otras iniciativas cultas.
Pero como se dijo, eso no es solo de nuestro medio. Por ejemplo, en Francia se había creado un llamado pase de la cultura que permitía a menores de 18 años, acceder a un subsidio, que les financiaba la adquisición de tiquetes para teatro, conciertos y ópera o la adquisición de libros y elementos artísticos. Ese mecenazgo se redujo a la mitad y excluyó a muchos jóvenes que antes se beneficiaban de la iniciativa.
Por otro lado, en Inglaterra la venerable Academia Real, un sitio tradicional para las artes plásticas y la música, se ha visto enfrentada a una disminución de sus subsidios y el resultado es que van a tener que despedir a cerca de cien empleados, lo cual limitará notablemente las actividades de este centro cultural.
Lo anterior no es solo de Francia e Inglaterra. En los mismos Estados Unidos, donde la existencia de mecenas particulares es central a la financiación de la cultura, han sucedido casos como el de la Opera Metropolitana, con un déficit millonario; el Museo de Nueva York, antes gratuito y que ahora comenzará a cobrar boletas as quienes no puedan demostrar que son residentes neoyorquinos y el peor de todos, el del Museo Guggenheim, que anunció que va a despedir aproximadamente al diez por ciento de sus empleados, después de cortes laborales similares en los últimos cinco años.
Como se ve, la fragilidad de la cultura es algo universal y quienes estamos interesados en el desarrollo de ella, deberíamos comenzar a hacer planes ante lo que se presenta como una fuerte limitación del acceso a la cultura en el futuro.
