Fue en 1823, cuando por iniciativa de Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, se ideó el Museo Nacional de Colombia, que cumple ahora dos siglos. Es de maravilla que esos próceres que seguramente debían tener en la cabeza muchos problemas por resolver en la recién creada y aún no completamente independiente nación, tuvieran tiempo para pensar en la creación de un museo, lo cual quiere decir que en esos tiempos los valores intelectuales y culturales debían tener más importancia de las que se les da en nuestros tiempos.
Inicialmente, fue un museo de lo que en esa época llamaban historia natural, dedicado principalmente a la flora, fauna y minería y que a la larga formó una importante colección de esos temas. Eso era lógico porque el principal acervo de la institución era la colección reunida por la expedición botánica de José Celestino Mutis, un trabajo que podría compararse con otros similares y más famosos de otros investigadores en el transcurso del desarrollo de la ciencia. Sin embargo, poco a poco y gracias a la visión de sus sucesivos directores, el museo fue ampliando sus colecciones con piezas arqueológicas primero y después con ejemplos del arte colombiano de ese entonces, además de sucesivas contribuciones para que fuera demás museo histórico. Esa multitud de temas ha hecho del Museo Nacional algo ecléctico y con excelentes colecciones de los diferentes temas que exhibe.
Por ejemplo, cuando uno ve la pinacoteca de pintura colombiana del siglo XIX y principios del siglo XX, puede darse cuenta de que nuestros artistas en esos tiempos tenían una técnica a la altura de la de otros pintores de sus tiempos, además de un excelente sentido del color. Claro que la colección incluye a otros ilustres creadores como Botero, Grau, Obregón y Wiedemann entre otros. Igualmente, la sección de historia contiene ejemplares que permiten conocer el pasado del país en forma gráfica.
Son igualmente notables las exhibiciones temporales que ha albergado el Museo, entre las que se cuentan la inolvidable muestra de medio centenar de cuadros de Picasso, las colecciones RAU y la BBVA con obras maestras de grandes artistas internacionales y en temas más frívolos las muestras del modisto Balmain y la dedicada al fútbol en nuestro país.
Si algo hay que lamentar es el olvido relativo en que se tiene a la música, en especial la colombiana, pero de resto el Museo Nacional de Colombia puede enorgullecerse de sus 200 años, cuando su labor educativa y artística han sido un auténtico orgullo para el país, que lo cuenta entre sus tesoros culturales más importantes.
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