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Fue muy interesante la presentación de Daniel Binelli y su quinteto en el Teatro Santo Domingo, ya que dio la oportunidad no sólo de escuchar a un eximio intérprete del nuevo tango, sino también de valorar la evolución de ese género.
Binelli a sus setenta años es uno de los embajadores más importantes de la herencia que dejó Astor Piazzolla, quien supo hacer avanzar el tango a niveles insospechados. Este alumno de Nadia Boulanger, la gran formadora francesa de músicos, fue acusado por los tradicionalistas de asesinar el tango, y Piazzolla les contestó que eso era cierto ya que él no creía en los compadritos, en los caminitos y en los farolitos de la caduca tradición y que lo que le interesaba era hacer avanzar el tango. Ciertamente lo logró. Introdujo al tango tradicional melodía y ritmos novedosos, aunque lo hizo con el respeto que le merecía su otro maestro, el gran Aníbal Troilo.
El resultado de lo anterior fue el llamado nuevo tango, lleno de audaces armonías y contenido musical muchos pasos delante de lo que se conocía. Mostró así que el tango no era un género muerto sino algo en evolución, semejante a la que hicieron (valga la comparación) Haydn, cuando trasladó los minuetos de los salones de baile a la sinfonía, o Strauss, que supo convertir un inocuo bailecito en el importante vals sinfónico de nuestros días, o todos los músicos que, como Ravel y Gershwin, para no citar sino un par entre muchísimos que lo hicieron, incorporaron el jazz nacido en los antros de Nueva Orleans a un arte musical vital y profundamente contemporáneo.
El concierto de Binelli incorporó como uno de sus números el tradicional El choclo en el lenguaje del nuevo tango, para demostrar esa evolución llena de vitalidad. Hubo también composiciones del mismo Binelli, quien mostró ser sabio seguidor de la tradición de Piazzolla, y desde luego una serie de creaciones de este último, que incluyeron el Adiós, Nonino que Binelli identificó acertadamente como una creación excepcional. Una pareja de bailarines complementó y dio variedad al espectáculo que permitió apreciar la evolución que se ha descrito del tango como género que es vital gracias a que no se ha dormido en esas tradiciones. De hecho, hubo quienes pensaron que ojalá hubiera quienes hicieran lo mismo con la riqueza musical de Colombia y, al igual que Piazzolla mostró el nuevo tango, crearan el nuevo bambuco, el nuevo pasillo e incluso el nuevo vallenato.
