El festival de música clásica organizado por el Teatro Santo Domingo, que acaba de pasar y que en esta ocasión fue dedicado a tres grandes compositores del Barroco (Vivaldi, Bach y Händel) fue un éxito absoluto y mostró hasta qué punto el público, después de la sequía cultural que originó la pandemia, tenía sed de cultura, ya que dentro de las limitaciones hubo lleno casi absoluto.
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Durante pocos días fueron presentados decenas de eventos con notable calidad a cargo de solistas y agrupaciones internacionales y colombianos enmarcados por dos de las más inmensas creaciones de la música: el Festival comenzó con la Misa en si menor de Bach, considerada universalmente como una de las más inmensas contribuciones artísticas de la civilización occidental, y cerró con broche de oro con Mesías de Händel. Hubo entre estas dos la presentación de decenas de obras maestras de los músicos tema del Festival, con el resultado de ser difícil saber que escoger.
Un hecho notable fue la asistencia masiva de jóvenes, que así mostraron que es una falacia la afirmación de que a la juventud no le interesa sino el rock. Igualmente, el que una buena cantidad de los conciertos presentados fueran gratuitos y diseminados por toda la ciudad, ayudó a que el Festival estuviera al alcance de todos.
En resumidas cuentas, Bogotá gozó de cantidad de platos musicales de alta categoría y solo se lamenta que deben pasar dos años antes de la repetición de un evento similar. El próximo festival tendrá como tema la Belle Époque francesa, ese notable tiempo que duró desde mediados del siglo XIX hasta 1914, cuando comenzó la guerra mundial.
