No cabe duda de que Peter Brook es una de las grandes figuras de la historia del teatro y por eso, la oportunidad de ver en el Festival de Teatro su más reciente creación llamada ¿Por qué, por qué? invitaba a una fiesta teatral singular y quienes fuimos a ella no salimos desilusionados.
Se trata de un monólogo en el cual el director y autor basado en textos de varios autores, desde Shakespeare hasta Meyerhold, se pregunta cuál es el objeto del teatro, qué relación tiene con la vida y cómo el arte escénico (que según él fue creado en el Séptimo Día por Dios) llega a ser parte de todos nosotros. La pregunta queda sin respuesta ya que las palabras finales, donde se supone que el Creador a través de un ángel la había mandado, en realidad todo lo que hace es repetir la pregunta original, ¿por qué, por qué? La interpretación del monólogo donde se desarrollan los temas anteriores la hace una versátil actriz, Miriam Goldschmidt, quien bien acompañada por un curioso instrumento de percusión melódica llamado hang (y que, contra lo que se creyera, no es instrumento tradicional sino inventado apenas hace 10 años por una compañía suiza) que toca Francesco Agnello, tal vez el único virtuoso del hang que existe. Pero el desarrollo es alto teatro, con detalles de gran sutileza: por ejemplo, cuando va a citar el gran monólogo de Shylock de El mercader de Venecia de Shakespeare, comienza por dar un beso a una invisible mezuzah, ese objeto ritual judío donde está el nombre de Dios. Quizás ese indeterminismo que muestra la obra no deje satisfechos a todos, pero lo cierto es que asistimos a una verdadera pieza de festival.
No pasó lo mismo con la presentación de Rain de un conjunto canadiense, limitado a una serie de acróbatas, malabaristas y contorsionistas, que se repetían en exceso y que infortunadamente no está a la altura de otras presentaciones dentro del Festival de Teatro. Este se acaba y parece que ha sido un gran éxito de público al tiempo que una ocasión artística única que hay que destacar, en especial por que es una de las pocas iniciativas culturales que no se acabó con la muerte de su iniciadora. ¿Se podrá decir lo mismo de otras que por ahí ruedan con mayor o menor fortuna?
No cabe duda de que Peter Brook es una de las grandes figuras de la historia del teatro y por eso, la oportunidad de ver en el Festival de Teatro su más reciente creación llamada ¿Por qué, por qué? invitaba a una fiesta teatral singular y quienes fuimos a ella no salimos desilusionados.
Se trata de un monólogo en el cual el director y autor basado en textos de varios autores, desde Shakespeare hasta Meyerhold, se pregunta cuál es el objeto del teatro, qué relación tiene con la vida y cómo el arte escénico (que según él fue creado en el Séptimo Día por Dios) llega a ser parte de todos nosotros. La pregunta queda sin respuesta ya que las palabras finales, donde se supone que el Creador a través de un ángel la había mandado, en realidad todo lo que hace es repetir la pregunta original, ¿por qué, por qué? La interpretación del monólogo donde se desarrollan los temas anteriores la hace una versátil actriz, Miriam Goldschmidt, quien bien acompañada por un curioso instrumento de percusión melódica llamado hang (y que, contra lo que se creyera, no es instrumento tradicional sino inventado apenas hace 10 años por una compañía suiza) que toca Francesco Agnello, tal vez el único virtuoso del hang que existe. Pero el desarrollo es alto teatro, con detalles de gran sutileza: por ejemplo, cuando va a citar el gran monólogo de Shylock de El mercader de Venecia de Shakespeare, comienza por dar un beso a una invisible mezuzah, ese objeto ritual judío donde está el nombre de Dios. Quizás ese indeterminismo que muestra la obra no deje satisfechos a todos, pero lo cierto es que asistimos a una verdadera pieza de festival.
No pasó lo mismo con la presentación de Rain de un conjunto canadiense, limitado a una serie de acróbatas, malabaristas y contorsionistas, que se repetían en exceso y que infortunadamente no está a la altura de otras presentaciones dentro del Festival de Teatro. Este se acaba y parece que ha sido un gran éxito de público al tiempo que una ocasión artística única que hay que destacar, en especial por que es una de las pocas iniciativas culturales que no se acabó con la muerte de su iniciadora. ¿Se podrá decir lo mismo de otras que por ahí ruedan con mayor o menor fortuna?