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Campeonato de sinfonías

Manuel Drezner

02 de septiembre de 2016 - 09:00 p. m.

Hay quienes insisten en clasificar obras de arte en forma cuantitativa, lo cual es definitivamente incorrecto.

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Una obra de arte lo es por su calidad y esa calidad no se puede medir con números, y por eso los campeonatos artísticos, donde se pretende definir cuál es la mejor novela, o el cuadro más bello, o la ópera más brillante, son ejercicios banales y que en últimas no significan nada. A pesar de esto, se sigue insistiendo en hacer esas clasificaciones y a veces los resultados tienen algún interés por los méritos de quienes votaron para hacer la selección.

Lo anterior a propósito de una encuesta que hizo la revista musical de la BBC de Londres, entidad que pidió a 151 directores de orquesta que votaran por la mejor sinfonía de todos los tiempos. Cada director propuso tres sinfonías y del resultado de sus opiniones se hizo esa clasificación. La ganadora en este caso fue la Sinfonía tercera o Heroica, de Beethoven, que fue la obra con mayor número de votos, seguida por la Novena del mismo Beethoven y la Sinfonía Júpiter, de Mozart. En los lugares siguientes clasificaron dos sinfonías de Mahler, la Novena y la Segunda, la Cuarta de Brahms, la Fantástica de Berlioz, la Primera de Brahms, la Patética de Tchaikovsky y otra sinfonía de Mahler, la Tercera. Obviamente, esa selección es discutible, y lo que se ha notado es que ellas más bien reflejan la posibilidad de lucimiento del respectivo director que los méritos de las obras ganadoras. O puede confirmarse la sospecha que muchos tienen de que muchas veces los directores de orquesta pueden saber mucho de técnica musical, pero dejan que desear desde el punto de vista de su criterio artístico. Quizá por eso no hay sinfonías de Haydn o de Schubert, en especial la Novena, que oímos aquí hace poco y que muchos consideran como obra básica, comenzando por Schumann, quien la llamó la sinfonía de la longitud celestial. Aunque Shostakovich alcanzó a clasificar en el puesto 17, con su Quinta sinfonía, no hay nada de Prokofiev, pero sí hay presencia de Sibelius, compositor algo olvidado en estos tiempos.

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En resumidas cuentas, este resultado del campeonato de sinfonías nada significa y es preferible compartir lo que dijo Rossini cuando le preguntaron cuál era su obra musical preferida. El sagaz músico contestó: “La que estoy oyendo en ese momento”. Ese es el criterio que se debió aplicar para la encuesta que hizo la revista inglesa y no hacer clasificaciones que, si uno se fija bien, no tienen significado alguno.

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