El Teatro Mayor Julio Mario santo Domingo se ha lanzado a hacer producciones propias y la primera de ellas ha sido la de la cantata escénica de Carl Orff,Carmina Burana, en la forma originalmente concebida por el compositor en que la música está acompañada de acción escénica, danza, pantomima e “imágenes mágicas” como el mismo Orff describió sus deseos. La acertada diferencia en el montaje que hizo el Santo Domingo es que en este no se usó a coros y solistas como un fondo para lo que sucede sobre el escenario, sino que ellos realizaron buena parte de la escena, o sea que no se trataba de un coro estático sino de uno que participaba activamente en el desarrollo visual de la obra.
Carmina Burana se originó en una colección de cantos goliardos de los cual el compositor escogió casi al azar una veintena para crear su obra. Los goliardos en la Edad Media eran una especie de equivalente a los beatniks o nadaístas de nuestros días. Sus miembros eran por un lado estudiantes en plan de diversión y por el otro clérigos vagabundos, más expertos en tomar, divertirse y en lograr sacar limosna a ingenuos piadosos. Ellos dejaron una herencia literaria de poemas eróticos y licenciosos y estos fueron la base para los escogidos en la pieza de Orff.
Aunque en las representaciones tradicionales la rueda de la fortuna, a la cual se alude en el primer y último números de Carmina Burana, es el tema alrededor del cual se crean (casi al azar) las imágenes escénicas, en esta versión, la rueda fue omitida y lo que se hizo fue una especie de interpretación escénica de cada uno de los números que componen la obra. Es claro que no había muchas veces relación entre el texto y lo que se veía (por ejemplo, el pobre cisne que va al asador fue remplazado por hermosas muchachas semidesnudas) pero el resultado final fue muy entretenido, con momentos visuales de gran belleza, como el de las sillas que suben y quedan como un adorno de la acción. Para mostrar que todo termina como comienza, ya que el número inicial es repetido al final, hubiera sido muy acertado que la obra terminara con las sillas bajando nuevamente y eso de pronto es una corrección que se pueda hacer en futuras representaciones.
De todas maneras, ese deseo del Santo Domingo de crear una programación propia comenzó con buen pie y la imaginación de los directivos del teatro auguran que este no será un espectáculo solitario.
