Si se quiere conocer una creación mala y perjudicial, solo hay que ir a la absurda ciclorruta que la presente administración de Bogotá decidió crear en la carrera séptima. Por ella ocasionalmente transita un solitario ciclista, mientras que al lado, en el único carril que dejaron, los pobres automovilistas demoran una hora en un recorrido de 20 cuadras. Bien cerca, por la carrera 11, ya había otra ciclorruta, o sea que la que se hizo en la séptima es redundante, inútil y perjudicial. En su momento se apeló al argumento demagógico de que esa improvisada ciclorruta era para salvar vidas, pero las que se pierden por los gases que se acumulan con la congestión creada por las improvisaciones no han sido tomadas en cuenta. Cuando hicieron una similar en la calle 13 crearon tal caos de movilidad, que tuvieron que echarse atrás.
Uno creería que el fracaso de esa ciclorruta sería razón suficiente para que no hubiera nuevos intentos, no basados en cuestiones técnicas sino en las caprichosas ideologías de los mandatarios, pero no es así. Aunque no se crea, en el proyecto del nuevo POT, además de eliminar las rutas adicionales que se crearían con la ALO, proponen hacer ciclorrutas eliminando carriles en vías de alta circulación, entre otras la autopista y la avenida 68. Allí de todas formas hay ya congestiones tremendas, pero con esa propuesta contribuirían a hacer de Bogotá una ciudad invivible.
Ya el Concejo bogotano negó pretensiones similares cuando no aprobó el POT presentado por el alcalde anterior y es de esperar que nuevamente acierte negando la creación de ciclorrutas a costa de la tranquilidad de quienes tienen que usar carro para desplazarse.
Mientras tanto y como tema de reflexión: ¿alguien ha visto alguna vez a la alcaldesa montando bicicleta?