Héctor Abad escribió algo que vale la pena resaltar. Dijo: “Es el momento de los sabios y no el de los arrogantes y charlatanes”. Claro que eso debería suceder no solo en este momento sino siempre, pero lo malo es que los charlatanes, que además son arrogantes, parecen tener algunos privilegios. Por ejemplo, recordé otra cita, esta de Goethe, sabio indudable, quien escribió algo que se debería resaltar en toda ocasión. Lo que dijo Goethe es algo eterno: “No hay nada más peligroso que la ignorancia en acción”.
La anterior viene a cuento porque un columnista, para comentar un problema interno de otra publicación, metió sin que tuviera nada que ver con el asunto una repugnante frase racista, de esas que hacen pensar si el que escribió sabía lo que estaba diciendo. Ese antisemitismo de parroquia, afortunadamente no muy usual en nuestros días, es más un reflejo de ineptitud que de otra cosa, pero ahí salió publicado.
Hay igualmente en estos días de pandemia cantidad de personas que sin mayor preparación escriben (como arrogantes y charlatanes, diría Abad) panfletos traídos de los cabellos y que van contra toda evidencia científica. No usan argumentos, sino malas palabras y además insultos a quienes no están de acuerdo con ellos. Esta forma de despistar la opinión trae a cuento otra sabia cita, esta de Montaigne, el gran ensayista francés, quien afirmó: “Quien trata de ganar un argumento con ruido y prepotencia muestra la debilidad de su razonamiento”.
Casos como los mencionados afortunadamente no abundan, pero sí es bueno recordar lo que los sabios dijeron y que lo que escribieron son lecciones sobre cómo se debería llevar un razonamiento.
Héctor Abad escribió algo que vale la pena resaltar. Dijo: “Es el momento de los sabios y no el de los arrogantes y charlatanes”. Claro que eso debería suceder no solo en este momento sino siempre, pero lo malo es que los charlatanes, que además son arrogantes, parecen tener algunos privilegios. Por ejemplo, recordé otra cita, esta de Goethe, sabio indudable, quien escribió algo que se debería resaltar en toda ocasión. Lo que dijo Goethe es algo eterno: “No hay nada más peligroso que la ignorancia en acción”.
La anterior viene a cuento porque un columnista, para comentar un problema interno de otra publicación, metió sin que tuviera nada que ver con el asunto una repugnante frase racista, de esas que hacen pensar si el que escribió sabía lo que estaba diciendo. Ese antisemitismo de parroquia, afortunadamente no muy usual en nuestros días, es más un reflejo de ineptitud que de otra cosa, pero ahí salió publicado.
Hay igualmente en estos días de pandemia cantidad de personas que sin mayor preparación escriben (como arrogantes y charlatanes, diría Abad) panfletos traídos de los cabellos y que van contra toda evidencia científica. No usan argumentos, sino malas palabras y además insultos a quienes no están de acuerdo con ellos. Esta forma de despistar la opinión trae a cuento otra sabia cita, esta de Montaigne, el gran ensayista francés, quien afirmó: “Quien trata de ganar un argumento con ruido y prepotencia muestra la debilidad de su razonamiento”.
Casos como los mencionados afortunadamente no abundan, pero sí es bueno recordar lo que los sabios dijeron y que lo que escribieron son lecciones sobre cómo se debería llevar un razonamiento.