Era una tradición en las novelas románticas que los artistas para ser buenos debían morirse de hambre. Como había pasado la época en que esos artistas eran sirvientes de la nobleza y de la alta burguesía, que al menos les permitían recibir un sueldo fijo, era muy difícil, para quien practicara una actividad dentro del arte como profesión, vivir decentemente. De hecho, una creencia muy generalizada entre el gran público era que si un artista no sufría, no tenía la suficiente inspiración para hacer buen arte. Afortunadamente ya esa peregrina creencia ha pasado y si bien el artista promedio no es que tenga grandes entradas, sí encuentra medios de vida que le permiten al mismo tiempo ser creativo y sobrevivir.
Lo anterior se trae a cuento porque algo grave está sucediendo y es que muchos artistas no encuentran forma de llegar al público si no están afiliados a una galería. Lo malo es que la mayor parte de estas ponen condiciones a veces difíciles de cumplir para admitir a quien representar. Eso se vio en la reciente ArtBo, así esta iniciativa no sea para encontrar artistas nuevos o para mostrar los rumbos que toma el arte colombiano. En esta lo que se busca es crear espacio para que galerías comerciales exhiban a los artistas que representan. Eso quiere decir que artista independiente que no esté representado por una galería o que no sea considerado comercial, por bueno que sea, no será exhibido.
Es indudable que dar oportunidad a quienes comercian con el arte para que cumplan con su función a la larga redundará en beneficio del arte mismo, pero debe buscarse un mecanismo que permita que artistas nuevos tengan acceso al público. Así se evitará que reviva la leyenda de los artistas muertos de hambre.