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La Filarmónica se ha unido en forma laudable al centenario de Wagner haciendo dos conciertos en los que presentan una versión adaptada de Tristán e Isolda, la gran ópera de Wagner.
Eso de la adaptación se desprende de declaraciones del director en un excelente reportaje de Juan Carlos Piedrahíta y la razón de eso es aparentemente no cansar al público, o eso entendí. Igualmente justifican la decisión de interpretar la ópera en versión de concierto, es decir, sin escenografía ni actuación, con la curiosa excusa de que ese concierto permite así oír la obra con los ojos cerrados y de ese modo imaginar lo que debería pasar si la obra fuera escenificada.
La cosa suena muy bonita, pero con todo el respeto debo decir que se trata de un absurdo y más en el caso de Wagner. Este artista trató siempre de crear una unidad entre música y drama y eso quiere decir que sus obras idealmente deben ser presentadas sobre la escena, sin que la gente tenga que cerrar los ojos para gozarla. En otros tiempos uno tenía que resignarse a escuchar únicamente la música a través de discos y eso permitía conocer, así fuera parcialmente, las intenciones del compositor. Pero cuando una orquesta se impone la titánica tarea de presentar una ópera de Wagner, y no cualquier ópera sino una de las obras maestras del arte occidental, creo yo que se hubiera debido hacer el esfuerzo adicional y haberla mostrado con toda la dramaturgia que quiso Wagner. De hecho, la historia nos dice que a pesar de las dificultades que tuvo el músico para hacer conocer su obra, siempre se negó a que ella fuera presentada de manera diferente a ser montada en escena, y todas sus teorías sobre la obra de arte completa se basaron en la unión de poesía, drama, música y teatro (énfasis mío).
Por todo lo anterior, se hace un homenaje parcial a Wagner si sus obras se presentan en estas versiones de concierto para ser escuchadas con los ojos cerrados, más cuando la Filarmónica cuenta con recursos y personal suficientemente capacitado como para haber organizado una presentación de Tristán como debe ser. Ojalá se acabe con esa mala costumbre de presentar óperas en versiones no escenificadas, por que eso es sólo presentar media ópera, más cuando en el país hay suficiente gente de teatro, que bien podría haber sido usada para mostrar la obra como debe ser, música y escena.
Es muy bueno que se rindan esos homenajes a Wagner, pero me pregunto qué habrá pasado con Verdi, que también tiene su centenario este año sin que nadie haya anunciado qué se va a hacer en su honor, así sea con los ojos cerrados.
