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La Corporación de Ferias y Exposiciones de la Cámara de Comercio (creo que así se llama) no es exactamente un mecenas del arte y la cultura.
Su oficio, y eso no está mal, es organizar eventos comerciales donde diversas actividades tengan oportunidad de presentar y vender sus productos. Por eso, tras de una exhibición de automóviles o tractores, sigue una feria agropecuaria donde ovejas y vacas dejan sus malolientes recuerdos, y después viene una feria del libro o, como en el caso que se comentará, de galerías de arte, la que llaman con el altisonante nombre de ArtBo.
Hay que decir que ArtBo no es un salón para buscar artistas nuevos o para mostrar los senderos que toma el arte colombiano. No. Aquí lo que se busca es arrendar espacio para que galerías comerciales exhiban a los artistas que representan, y por esa oportunidad las galerías pagan cánones que nadie podría tildar de ínfimos. Eso quiere decir que artista independiente que no esté representado por una galería o que no sea considerado comercial, por bueno que sea, no será exhibido en esa ArtBo. Todo lo anterior no se dice como crítica ya que es indudable que dar oportunidad a quienes comercian con el arte para que cumplan con su función, que a la larga redundará en beneficio del arte mismo, es laudable. Pero lo que no lo es, es que de pronto surjan unos misteriosos conflictos de interés, absolutamente inexplicables. Se trata de que la directora de ese ArtBo es a su vez socia de una galería, y a última hora la Cámara de Comercio decidió que es incompatible ser socia de galería y tener un stand en ArtBo. Esa postura aparentemente moral y ética sería aceptable si no se tratara de un evento francamente comercial, en donde no hay premios, donde la admisión a la feria la hace un comité de selección y donde la única ventaja que podría dar la directora es un puesto preferencial para la exhibición. Como la Cámara de Comercio dice que todos los puestos son igualmente buenos, esta no es tampoco explicación aceptable. Por todo lo anterior, los círculos a quienes les interesan estas cuestiones del arte están conmocionados por que todo parece indicar que no se trata de una posición ética sino, si acaso, de algo comercial.
Mal le hace al arte del país que se tomen dicho tipo de actitudes en una feria comercial que inventa incompatibilidades y conflictos de interés, que no se explican, y que desde luego tampoco resuelve el problema a los innumerables artistas que por no ser representados por una galería y sin las posibilidades económicas (porque, como se dijo, participar en la feria no es barato) no tienen esa oportunidad de mostrar su obra.
