Muchos amigos tienen la amabilidad de enviar en la época navideña espléndidos regalos de libros y de discos y como algunos de ellos son de interés general, vale la pena dejar constancia de recibo de tan amables recuerdos.
Uno de los más interesantes ha sido el disco editado por la emisora de la Tadeo Lozano, bajo la dirección de Bernardo Hoyos, dedicado a la poesía de Barba Jacob. La lectura de algunos de sus principales textos ha sido encomendada a una serie de intelectuales y políticos colombianos y aunque la mayoría no son profesionales, hay que decir que leen muy bien los bellos poemas. Además, hay un excelente retrato de Barba Jacob en la carátula hecha por nadie menos que por Fernando Botero. Este disco, me dicen, se consigue en los almacenes especializados y vale la pena tenerlo.
Hay una edición de Villegas que se llama Cafés de Colombia y en esta recopilación, bellamente editada, se habla no sólo sobre los cafés colombianos, sino también sobre las regiones cafeteras (con hermosas fotos), hay recetas para preparar cafés gourmet, y hay una historia cronológica de la evolución del café que incluso contiene el dato de que Helena de Troya “para aplacar sus tormentos” tomaba café. No sé qué tormentos pudo tener la bella Helena ya que las historias dicen que se fue muy feliz con París, pero datos como éstos indican la extensión del libro. Desde luego los amantes de la música sabemos que la Cantata del café de Bach, no es sobre la supuesta esterilidad que produce la bebida, sino sobre la preocupación del padre que amenaza que la hija no se casará si toma café, y se hubiera podido mencionar que en la ópera de Mozart Don Juan sirve café en su castillo y al inolvidable Café Momus de La Bohemia (donde además de los licores de los bohemios seguramente no faltaría café), pero eso ya es pedir mucho.
Seguros Bolívar dedicó su tradicional libro de este año a la obra de uno de los más importantes pintores colombianos, Manuel Hernández, con reproducciones excelentes de su obra, estudios críticos muy acertados y toda clase de complementos que han hecho que la serie de libros de esta compañía se convierta en referencia indispensable de lo que es el arte colombiano. Ojalá en el futuro se recuerden de algunos injustamente olvidados como Luciano Jaramillo, como Marco Ospina y como Augusto Rivera, todos ellos nombres indispensables en el arte colombiano de ayer.
Aunque se quedan muchos en el tintero por cuestiones de espacio, hay que mencionar finalmente la excelente recopilación sobre el teatro colombiano que hizo Walter Rego, donde se muestra que los movimientos teatrales en el país han sido de una riqueza única.