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Hay que insistir en lo que se ha dicho muchas veces. La prohibición de edificios de altura o la limitación de estos ha sido la causa de muchos problemas de tráfico y movilidad que afectan a Bogotá. Hay sitios en la capital donde a un lado de la calle se pueden construir edificios de 20 y más pisos, pero en la acera de enfrente de la misma calle solo se aprueban cuatro pisos. Este absurdo arquitectónico crea una injusticia para los que tienen sus construcciones así limitadas y está lejos de ser la distribución equitativa de cargas y beneficios que ordena la ley que creó los planes de ordenamiento territorial o POT, como los llaman. La consecuencia de este injusto error de planeación, al limitar así el uso del suelo, ha tenido como resultado que Bogotá se haya extendido en forma horizontal, cubriendo cada día más superficie, y hayan aumentado las distancias de la ciudad. Eso se refleja en las congestiones de tránsito y las dificultades de transporte público de las que somos testigos a diario.
La solución obvia es que en los nuevos POT que se anuncian se debe buscar la creación de pequeñas ciudades dentro de nuestra ciudad, con edificios de altura y obviamente zonas verdes adicionales en cada uno de esos núcleos. Con esto se reducirían las distancias entre sitios de residencia y de trabajo, tendríamos una ciudad más compacta y no ese monstruo extendido horizontalmente que es la Bogotá de hoy, donde muchas veces la gente tiene que gastar varias horas del día para llegar a sus sitios de trabajo. Disminuirían además las congestiones de tránsito que surgen al no haber suficientes calles adecuadas para el tráfico adicional originado en esa extensa superficie. Sería bueno que ya que se ha anunciado nuevo POT, este corrija el injusto error de limitar la altura de construcciones.
