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Lo que se puede decir de la compañía llamada Nogravity Dance, que se presentó en el Teatro Santo Domingo, dirigida por Emiliano Pellisari, es que es original.
Su nombre implica que se trata de bailes que desafían la gravedad y de verdad lo logran con el uso de ingeniosas maquinarias que levantan a los bailarines y da la impresión de que ellos flotaran. La obra que traen al público supuestamente está basada en La divina comedia de Dante y en eso quizá las cosas no están tan claras. En el programa hay frases como “en el universo medieval existen las inteligencias generadoras, que dan vida a la naturaleza, las ejemplares que sirven de modelo para las creaciones de lo viviente, y así sucesivamente, sugiriendo un mundo influenciado en todos los niveles por su presencia que une el macrocosmos al microcosmos”. No veo qué tiene eso que ver con la obra maestra de Dante y de hecho, confieso con franqueza, que no la entendí ni pío.
Pero el espectáculo sin duda es hermoso. Un grupo de seis bailarines hace una serie de cuadros acompañados por músicas que van desde invenciones electrónicas hasta jazz, pasando por lo medieval, además de Bach y de Rossini, y durante eso las máquinas mencionadas (que son invisibles) los levantan y durante buena parte de la presentación los artistas están en el aire. Eso, desde luego, tiene limitaciones, una de ellas, que el espectáculo resulta en dos dimensiones, pues la dependencia de las máquinas impide desplazarse hacia el frente: lo que se ve es algo así como una película bidimensional. La otra limitación es que el espectáculo, hermoso como se dijo, tiende a ser repetitivo. Desde luego, la relación con La divina comedia no es algo que se vea de inmediato y, de hecho, podría bautizarse igualmente con un título como Imágenes de una noche en Cafarnaúm o algo así, sin que cambiara la percepción de lo visto.
La conclusión es que esa presentación muestra el peligro de depender de trucos escénicos o de maquinarias para montar una obra, porque se vuelven tan centrales y tan básicos, que restan del resultado final. En resumen, lo que presenta esta compañía es algo entretenido por un rato, estéticamente muy agradable, pero uno lo pensaría dos veces antes de volverlos a ver.
