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En el Teatro Fanny Mickey un grupo dirigido por Ricardo Behrens está presentando una de las obras más importantes de la historia del teatro, El atolondrado de Moliere. Hay que aclarar la razón de su importancia.
Moliere, después de su fracaso inicial como empresario de teatro, se fue de París y anduvo por las provincias, especialmente por Languedoc y Burdeos por casi 13 años. En ese periplo, el gran dramaturgo y actor escribía y presentaba comedias y farsas en el estilo italiano de la comedia del arte y por eso es extraño que cuando por fin decidiera volver a París se atreviera a presentar con su compañía Tragedias de Corneille en la equivocada creencia de que eso era lo que la capital quería. Pero el fracaso fue tan rotundo, que lleno de pánico y para evitar la inminente quiebra, Moliere decidió montar una de las farsas que había escrito en su éxodo y esa fue precisamente El atolondrado. Esa es la importancia de la obra: fue el inicio del éxito de Moliere como hombre de teatro en la capital y el inicio efectivo de la carrera triunfal de uno de los grandes genios de la escena de todos los tiempos. La obra estaba inspirada en otra italiana de Nicolo Barbieri, pero ya Moliere mostró su capacidad al agregar cantidad de efectos y de escenas que al italiano se le habían ocurrido.
Lo que se está presentando en Bogotá es una nueva versión de la pieza de Moliere, “en clave de clown” como dicen ellos que significa en el fondo que a través de toda la representación, los actores se comportan como payasos de circo, incluso hablando a través de toda la hora y media, que dura la obra, con los gritos y falta de inflexiones que los caracterizan. De la obra original han eliminado algunos de los eventos, tales como el posible matrimonio de Hipólita (personaje que ha desaparecido) con Leandro y el todo se maneja como una farsa que indudablemente hace reír, pero que no es demasiado fiel al espíritu de Moliere. Uno se pregunta si es necesario que tantas de las obra que se nos presentan sean adaptaciones como estas o de novelas y cuentos cuando el arte escénico está lleno de obras originales de gran excelencia. En este caso al menos se tomó una obra teatral y la representaron dentro de la visión del director y las carcajadas del público muestran que Moliere se salva aún de estas versiones que no son demasiado fieles, pero al menos son entretenidas y demuestran que Moliere aún en versión de circo sigue siendo un gran dramaturgo.
