Continúa la vuelta de espectáculos en vivo y se presentó en el Teatro Santo Domingo una notable agrupación, el Ballet Folclórico de la Universidad de Guadalajara. A pesar de su nombre, este no es conjunto estudiantil ni de aficionados sino de profesionales que saben lo que hacen. Presentaron una muestra de danzas y música de algunas de las regiones mexicanas, con un resultado en el que predominaron el sentido estético y el buen gusto. Ya se sabe cómo es de fácil lograr con este tipo de presentaciones muestras que van de lo vulgar al ridículo, pasando por la cursilería, pero eso no sucede aquí ya que son versiones estilizadas tanto de música como de bailes siempre en el terreno de lo fino, y además es un espectáculo entretenido, agradable e instructivo que busca que se conozca al menos parte del folclore musical mexicano.
Lo de los ballets folclóricos es una contradicción de términos, ya que el ballet siempre definió una forma muy refinada de danza, muy alejada del pueblo. Pero ellos han florecido en muchas partes y su existencia permite preservar danzas y música tradicionales. Por eso uno lamenta que no haya habido entre nosotros quien organice algo similar, ya que la riqueza de las tradiciones populares colombianas es bien extensa, como lo demostraron investigadores como Jacinto Jaramillo, Guillermo Abadía y el Instituto de Antropología. Si de los estudios de estos pioneros alguien organizara conjuntos como este que se comenta, sería una importante contribución al fomento de las tradiciones nacionales y ayudaría a demostrar que en esta América española es mucha la riqueza existente en su mezcla de lo europeo y lo indígena, con la adehala de que en la música y las danzas de las diversas regiones colombianas hay un acervo de gran variedad, de la cual muy pocos países se pueden ufanar.