El centenario de Bruckner

Hace cien años en estos días que nació Anton Bruckner, uno de los compositores más curiosos, personalmente, de la historia, pero igualmente una de las culminaciones del romanticismo. Sus obras, profundas y de gran longitud, no son interpretadas en nuestros tiempos con frecuencia, pero es considerado un músico básico y fue admirado por sus contemporáneos, así fuera una de las partes de una gran polémica en Viena, en la cual lo enfrentaban con Brahms. Pero mientras este último trató de estar dentro de los cánones del clasicismo, Bruckner usó métodos radicales para su tiempo y por eso es conocido como una de las culminaciones del romanticismo. Tal vez por eso y por la cercanía de Bruckner con Wagner, a quien divinizaba, Brahms siempre rechazó a Su contemporáneo como persona y como artistas.

Personalmente, tenía rasgos extraños de personalidad, tanto que Von Bulow, uno de los más grandes directores de esos tiempos, decía de Bruckner que “era mitad genio y mitad bobo”. Era persona obsesionada por los números, que contaba todo lo que veía: las ventanas de las casas, los coches que pasaban, la cantidad de botones de los vestidos de la gente con quien conversaba y hasta el número de tejas en los techos de las casas. Llevaba un catálogo de cuantas oraciones rezaba cada noche y sus sinfonías tenían una clave numérica secreta. Era obsesivo de los cráneos humanos, hasta el punto que cuando exhumaron el cadáver de Schubert, agarró su cráneo y casi no se desprendió de él. Fue un fanático religioso que dedicó una sinfonía a Dios y que se arrodillaba en medio de la calle cuando oía campanas de iglesia. Hoy lo llamarían acosador sexual, porque proponía matrimonio a cuanta adolescente conociera, pero murió soltero.

Bruckner nunca estaba satisfecho con lo que componía y cada obra la corregía una y otra vez a lo largo de los años, hasta el punto que sea difícil escoger cuál versión de su música se debe escoger para interpretarla. Pero no cabe duda que desde el punto de vista musical, Bruckner fue un creador importante con obras caracterizadas por un riquísimo lenguaje armónico y que en algunos aspectos parecen avanzadas para sus tiempos. Pero esa gran diferencia entre lo que era como ser humano y como músico ha hecho que sea difícil catalogarlo, así sus obras puedan ser escuchadas con agrado.

Es de notar que entre nosotros nunca se ha tocado una sinfonía de Bruckner, hasta donde alcancen los recuerdos y tal vez por eso mucho melófilos no lo conocen, así se priven de obras de gran interés y momentos de belleza sublime.