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No es frecuente que el intérprete de una obra silbe al compositor y trate de sabotear lo que están tocando, pero eso sucedió cuando la Filarmónica de Nueva York, bajo la dirección de Bernstein, tocó Atlas eclipticalis, una pieza de John Cage que convertía los sonidos de cada músico en elementos que el director podía cambiar al azar.
Cage trataba de demostrar que la música, igual que la vida, estaba llena de elementos impredecibles y que el arte reflejaría mejor la realidad si a éste se incorporaba el elemento aleatorio. El resultado es que muchos consideraron a Cage como un payaso, en el mejor de los casos, o como un loco en el peor de ellos, y sólo ahora, cuando se cumple el centenario de su nacimiento, es que este ilustre artista es descrito como una de las más profundas influencias que ha habido en la historia de la música para ayudar a su desarrollo.
Cage nació el 5 de septiembre de 1912 y tuvo una formación académica tradicional, pero poco a poco sus intereses fueron derivando hacia los conceptos mismos de lo que era la música. Hizo, por ejemplo, una obra llamada 4’33” (cuatro minutos treinta y tres segundos), en que el intérprete llega a su instrumento y queda silencioso frente a él por el lapso de tiempo citado. Se trata entonces de mostrar que el silencio es parte integral de la música y que no siempre son necesarias las notas que lo rodean en una composición clásica. En otro ejemplo tomó instrumentos comunes y les hizo variaciones para que su sonido cambiara. El más conocido de esto es el piano preparado, donde al poner clavos, tornillos y otros elementos entre sus cuerdas, logra nuevas formas de tocar el instrumento. Su introducción de elementos del azar, aleatorios, tuvo como objeto mostrar un reflejo de lo que es la vida. Es verdad que estos conceptos parecen algo excéntricos y por eso las burlas con que muchas veces fueron acogidos. Sin embargo, a la larga se vio que Cage no sólo era serio, sino que lo que estaba haciendo en realidad era analizar los conceptos básicos del arte musical (y por extensión, las demás artes) para facilitar así su evolución.
Tan es así que hoy día John Cage es considerado como uno de los filósofos y pensadores más profundos dentro del arte y su posición es respetada y analizada como fundamental para la estética. Puede que muchos no estén de acuerdo con lo que hacía, pero nadie niega que las posiciones de John Cage obligaron a reconsiderar muchos conceptos básicos y todo esto fue beneficioso para la evolución de la música. Su centenario lo encuentra considerado como un importante elemento para el progreso del pensamiento artístico.
