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En estos días se cumplen 200 años del nacimiento del Johann Strauss, hijo, a quien bautizaron Rey del Vals, ya que sus creaciones dentro de este ritmo han sido universalmente aclamadas y se interpretan continuamente. Casi que podría decirse que Strauss es uno de los compositores cuya obra es más frecuentemente tocada en el mundo, hasta el punto de que hay una tradición creada a su alrededor con los conciertos de año nuevo de la Filarmónica de Viena dedicado a valses, polkas y marchas de este músico que supo cerrar el cerco entre lo popular y lo erudito y, además, convertir una danza campesina en obra central de las cortes imperiales.
La realidad es que quienes comenzaron esa tendencia fueron Lanner y el mismo padre de Strauss, quienes rescataron el ritmo del vals de ser simplemente una manifestación popular bastante despreciada y lo convirtieron en algo universal. Este padre de Strauss, que tenía el mismo nombre que su hijo, organizó orquestas de valses, pero se opuso a que este se dedicara a la profesión musical. Unos dicen que lo hizo para no tener rivales y otros que consideraba la profesión musical como de mucho riesgo, pero lo único que consiguió fue que el hijo se independizara, hecho precipitado porque su papá abandonó la familia para huir con una amante. Entonces Johann segundo formó orquestas con músicos de taberna, con principios difíciles, ya que el viejo tenía mucha influencia en círculos importantes.
A la larga, logró ser contratado por un casino y como a los vieneses les encantan los chismes musicales, la pelea de padre e hijo se hizo pública, lo cual le trajo el éxito que lo acompañó por el resto de su vida. Además, industrializó su profesión y creó las Orquestas Johann Strauss, que hicieron giras por toda Europa, con lo cual el músico llegó a ser uno de los más ricos de la historia del arte.
A los dos siglos de su nacimiento, valses de Strauss como “Danubio azul” (nombre retórico, ya que el color del Danubio es cualquier cosa menos azul), “Vals del Emperador”, “Cuentos de los Bosques de Viena” y tantos otros de su autoría, siguen siendo gozados por los amantes de la música. Además, su opereta “El Murciélago” es parte del repertorio de grandes casas líricas y las quinceañeras siguen celebrando su cumpleaños al son de algún vals de Strauss. Si eso no es inmortalidad, entonces nada lo es…
