Hace algún tiempo se mencionó en esta columna un interesante festival de cine de horror que fue organizado en Inglaterra. Lo más atractivo, sin duda, en este festival fueron una serie de películas en las cuales el elemento horrífico dependía de las situaciones. Considero que estas son el verdadero cine de horror. Se trata de películas como Las diabólicas, de Clouzot; La noche del cazador, de Laughton; Psicosis, de Hitchcock, o El bebé de Rosa María y El exorcista. Quien quiere la catarsis de ver cine de miedo no puede omitir estas cintas, donde lo que asusta no es el monstruo extraño o el vampiro chupador de sangre, sino el argumento mismo. El que estos filmes hayan sido incluidos en el festival que se comenta muestra que se trata de algo muy bien pensado por gente que conoce de esto.
La programación fue casi exclusivamente de películas sonoras, ya que según el programa del festival, el cine de horror necesita el elemento sonoro para lograr su efecto. Agrega que aunque hay muchas películas de horror en el cine mudo, ellas no logran su objetivo y ponen como ejemplo las clásicas de Lon Chaney, El jorobado de Nuestra Señora y El fantasma de la ópera, además de El hombre que ríe, con Conrad Veidt, que aunque bien logradas a un espectador de nuestros tiempos no inspira miedo, que en últimas es el objeto de este cine de horror. Se incluyeron algunos de los filmes clásicos del género, como las películas de monstruos: Frankenstein, El hombre lobo, La momia y King-Kong, sin las cuales no se podría pensar en cine de horror. También las cintas de zombis o muertos vivientes, entre ellas la famosa Noche de los muertos vivientes, de Romero, y las de vampiros con Drácula en primer lugar. Hubo igualmente películas clásicas como El hombre invisible y La mujer leopardo y todos esos filmes con criaturas extrañas que vienen de otros planetas o salen de pantanos para acabar con la humanidad.
Se buscaba con este comentario que como entre nosotros hay tanto cine-club amén de la Cinemateca, se organizaran festivales similares. La educación en el cine depende precisamente de que se haga este tipo de presentación, donde se juntan obras clásicas de un género determinado, con lo cual se informa en especial a las nuevas generaciones cómo fue de grande el cine clásico. Una programación como la descrita se podría complementar posteriormente con otras, como la comedia den el cine, películas del oeste y cine musical, que mostraría cómo era de bueno el cine de ayer. Con eso, las entidades mencionadas cumplirían una auténtica labor educativa.