Por muchos años los ingenieros de sonido buscaron que cada día la reproducción de sonido fuera vez mejor. Se inventó el término “alta fidelidad”, que implicaba que el sonido reproducido era completamente fiel al sonido original que había sido grabado. Eso implicaba que había una respuesta de frecuencia muy amplia, que permitía reproducir toda la gama desde los sonidos más bajos (con frecuencias desde unas 20 vibraciones por segundo o hercios) hasta los más agudos y se había logrado reproducir con éxito hasta unos 40.000 hercios.
Cierto que el oído humano solo alcanza a percibir poco menos de 20.000 hercios cuando es muy agudo (los perros nos llevan la ventaja, porque ellos alcanzan a los 30.000 hercios), pero aun esos sonidos inaudibles ayudan a que lo que se oye sea más auténtico. Igualmente, se había logrado extender el rango dinámico, o sea que se podía reproducir desde lo que sonaba más fuerte hasta lo que era casi un susurro, y además la distorsión que se creaba en el proceso de grabación se había reducido a niveles mínimos.
Todo eso se había conseguido mejorando los soportes donde se graba del sonido, desde los primitivos cilindros hasta los discos de 78 revoluciones, de los cuales se pasó al disco LP y el estéreo, al casete y al disco compacto, cada uno de los cuales implicaba un avance en la reproducción fiel del sonido. Los equipos de sonido también habían logrado avances impresionables.
Todo lo anterior ha quedado eliminado con la desaparición de esos soportes, que han sido reemplazados por los medios que proporcionan música a través de internet. Ahora se tiene al alcance una inmensa colección de música, pero el precio que se ha tenido que pagar es un sonido que es equivalente a como sonaba un disco de 78 revoluciones. No hay rango dinámico, porque la música es comprimida a un rango de volumen mínimo y no hay buena respuesta de frecuencia. Todas las conquistas que se hicieron en el campo del avance de la reproducción de sonido se han perdido con esos sistemas musicales de internet, que presentan la música en una forma en la que la fidelidad ha quedado destruida.
Quizás eso sea aceptable para los amantes del rock, que de todas formas nunca han podido oír buen sonido, pero quienes buscamos las grandes obras de la música clásica jamás abandonaremos nuestros viejos discos y sistemas de sonido, donde tenemos al alcance una reproducción que se acerca a la fidelidad que se busca. Estamos ante una lucha desigual, ya que los sistemas de internet tienen la ventaja de la facilidad de acceso. Lo cierto es que el buen sonido tal como lo buscaban los auténticos aficionados de la buena música está desapareciendo y esa es una pérdida irreparable.