Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El Teatro Mayor presentó el excelente conjunto de danza contemporánea de Brasil Grupo Corpo, que con coreografías y dirección de Paulo Pederneiras mostró dos nuevas obras (ya se habían presentado hace un par de años) que demuestran la originalidad de conceptos del coreógrafo, que se aparta definitivamente de otras tendencias dentro de la danza moderna. Hace muchos años se presentaron en Bogotá compañías como las de Katherine Dunham y José Limón, que mostraron la nueva dirección que tenía el arte coreográfico. Se trataba de abandonar las convenciones del ballet clásico, entre ellas los movimientos que lo caracterizaban, las bailarinas en punta de pies y toda la parafernalia y el formalismo de ese bello arte, que los nuevos rechazaban en forma enfática. Eso creó cantidad de escuelas nuevas y diferentes formas de danza, todas las cuales lo único que tenían en común era el rechazo a lo tradicional y su insistencia en que el cuerpo humano era suficientemente expresivo como para que, sin necesidad de adehalas y de argumentos anecdóticos, se pudiera crear una forma de arte. Alguien comparaba esas tendencias de la danza moderna a la transición que hubo cuando la pintura pasó de ser figurativa a abstracta.
En todo caso, el camino que ha buscado Pederneiras en sus coreografías, basados en lo que presentó en el Teatro Mayor, es el de buscar resultados a través del conjunto, tratando de evitar momentos estelares individuales. De hecho, una de las cosas que se notan primero es que no hay ninguna relación afectiva entre lo que representan los bailarines, y ellos casi se ignoran emocionalmente entre sí. Esto hace que el énfasis esté en todo momento en la apariencia estética de lo que hay en el escenario, ya que muchas veces, inclusive, los pasos son casi automáticos, como los de robots. Es esto quizá uno de los extremos a los que se puede llegar cuando la danza pura está en el centro, pero lo interesante es que lo que se ve es muy atractivo y con una tensión que no decae en ningún momento. Uno casi podría decir que Pederneiras está aplicando a la danza el método brechtiano del alejamiento con un resultado final estéticamente muy impresionante, así el público no tenga envolvimiento emocional.
La música, creada especialmente para la compañía, es, por tanto, muy adecuada y en especial la que acompañaba Sem Mim (Sin mí en portugués), basada, según informan, en códices medievales, es de gran belleza y se crea la paradoja artística de que hay más emoción en la música que en el baile. Es muy bueno que se pueda apreciar el trabajo del que sin duda es un importante coreógrafo contemporáneo y sólo queda por agregar la cálida admiración por la excelente técnica y disciplina de los bailarines, que saben integrarse, como el nombre de la compañía lo indica, en un grupo homogéneo y de alta calidad.
