El arte y la cultura

El Grupo de Danza de Sídney

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Manuel Drezner
02 de febrero de 2018 - 02:00 a. m.
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El Teatro Mayor inició sus actividades este año con la presentación de la Compañía de Danza de Sídney, uno de los grupos más celebrados de baile moderno. Con coreografías de su director artístico, Rafael Bonachela, el conjunto hizo dos obras que muestran que se trata de una compañía bien disciplinada y con propuestas novedosas de gran atractivo. La primera de ellas, llamada Frame of Mind, que podría traducirse como “estado mental”, está descrita en el programa como algo inspirado en memorias de desear estar en dos lugares distintos al mismo tiempo y que es un reconocimiento de nuestra vida emocional, nuestra fragilidad y nuestra fortaleza. Esto es posible, pero no me transmitió nada de eso, y lo que se vio en cambio fue una especie de caos muy bien controlado por la imaginación del coreógrafo, quien sabe montar lo que podrían parecer danzas individuales para cada bailarín, pero que acaban siendo algo bien coordinado dentro de lo que es aparentemente caótico. La verdad es que si la obra se aprecia y se mira como montaje de danza pura, sobra la descripción citada, ya que Frame of Mind se puede apreciar como algo abstracto de gran calidad, así no sea clara la memoria de la cual informa el artista. La pieza se caracteriza, además, por un dinamismo donde hay movimiento continuo y una euforia apasionada que, ella sí, es sentida en todo momento por el público que recibió con entusiasmo la obra.

La segunda mitad del programa presentó otra coreografía de Bonachela, llamada elegantemente en latín Lux tenebris, que obviamente se refiere a la luz en medio de la tiniebla. El título es muy acertado porque en la obra la iluminación conforma y agrega momentos de gran importancia a su desarrollo, ya que los focos de luz van mostrando a grupos de bailarines que aparecen así como de la nada en una y otra parte del escenario. Se transmite la sensación de conflicto y hay momentos realmente emocionantes en esas figuras que aparecen y desaparecen como por encanto sobre el escenario. El mismo dinamismo que caracterizó la obra pasada está presente en esta y hay que felicitar el virtuosismo de quienes manejan las luces.

En resumidas cuentas, se tuvo oportunidad de ver a un grupo de muy buena calidad y con coreografías interesantes que definitivamente se sobreponen a las descripciones escritas que se publicaron en el programa y que personalmente creo que sobran. Las danzas son de gran interés y se pueden ver como algo que no necesita de explicaciones externas.

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