La Orquesta Sinfónica de Colombia estrenó oficialmente su director permanente, el suizo Baldur Brönnimann, en un programa sin grandes pretensiones de profundidad, pero diseñado para mostrar que la orquesta está sonando y mucho.
Brönnimann efectivamente la hizo sonar con un volumen impresionante, que muestra que al menos desde el punto de vista técnico, esta agrupación no va a tener muchos problemas, lo cual es altamente prometedor.
Aún hay problemas en el equilibrio entre grupos instrumentales (en especial cellos y violas suenan ocultos) pero es claro que el director ha hecho su labor didáctica con la agrupación y como ella ahora está compuesta de una gran mayoría de gente joven y aparentemente entusiasta, el futuro de la nueva Sinfónica, una vez acabada la absurda troika con la que se había iniciado, es prometedor.
Decía que el programa no tenía pretensiones de profundidad, y el hecho es que las obras presentadas bien podrían figurar en esos programas de pops a los que tan dados son los gringos. Se trataba de hacer una tarjeta de presentación, pero sí sería de esperar que en el futuro se piense en música de mayor envergadura. Brönnimann se presentó entonces como director diestro, pero todavía queda por ver qué tal le va como intérprete, cuando se meta con música de mayor contenido intelectual. Obviamente, no hay que menospreciar lo que se incluyó en el programa, dos obras virtuosistas de Saint-Saens para violín, brillantemente tocadas por la solista española Eva León (de hecho, aunque las obras son tan populares, tengo que decir que en más de medio siglo de estar yendo a conciertos, nunca las había oído en vivo) además de la espectacular transcripción de Ravel de Los cuadros de una exposición de Mussorgsky, todas piezas meritorias pero poco profundas. Igualmente, el director se presentó en vestido informal, con camisa abierta sin corbata, que contrastaba con los fracs y vestidos largos de los músicos de la Sinfónica.
Es claro que el nuevo director quiere atraer público con este tipo de programas, que aunque fáciles, no hacen demasiadas concesiones y ojalá que logre su propósito sin alejar a quienes buscan en un concierto sinfónico un poco más de contenido. En todo caso, hay que decir que el concierto fue placentero, así el horrible clima hubiera alejado probablemente a muchos, pero los que fuimos, oímos un aplauso, cálido reflejo de que el público aprobó lo que oyó.
Finalmente, tengo la impresión, ojalá errada, de que el director sólo estará un tiempo limitado cada año, porque aún en esta temporada inaugural ya se anuncian otros directores para próximos conciertos.