Lo que está sucediendo en el campo cultural no es que haya ataques a la cultura. Todos, tirios y troyanos están de acuerdo con lo necesaria que ella es para el buen vivir e incluso para el buen desarrollo de un país. Peor está sucediendo algo peor a que la cultura sea atacada y es que a nadie pareciera importarle un ápice lo que esté sucediendo en el campo cultural y esta indiferencia es más peligrosa que si se la atacara directamente, ya que a un ataque directo se puede responder pero cuando entra en juego ese factor, que sume en letargo el campo hacia el cual se dirige la indiferencia, será muy difícil hacer que se reviva el interés. Y como es más fácil acabar que crear, el daño puede durar por largo tiempo y el país se convertirá en árido desierto cultural.
Lo que está pasando entonces es que hay entidades para manejar la cultura, pero ellas se dedican a
estar ahí sin hacer nada y, lo que es peor, sin ayudar a que otros hagan algo. Estamos entonces volviendo a esas épocas de horrible noche cuando en los presupuestos les daban a las entidades culturales unas migajas que alcanzaban para pagar la nómina y los gastos de funcionamiento pero no quedaba un centavo para ayudar al progreso cultural.
Eso se ha visto en muchos desarrollos recientes, tales como la acefalía del ministerio de cultura, donde no se nombra un ministro en firme y la desaparición de cantidad de estímulos que servían para que artistas y gente de cultura hicieran una labor. Todo eso es fruto de la indiferencia que mencioné antes que hace recordar aquella comedia de Luis Enrique Osorio sobre el Rajá de Pasturacha que ni rajaba ni prestaba el hacha.
Por tanto la labor de la gente que está en los ámbitos culturales es hacer lo necesario para mostrar que a la cultura no se la puede dejar de un lado, que ella es importante para la sociedad y que si desaparece mucho de lo que hay porque nadie está interesado en ayudar a que sobreviva, después será muy difícil volver a crear lo que ya dejó de existir.
Esta es, pues, una voz de alarma hacia el peligro que existe en estos momentos en el campo del desarrollo cultural colombiano para que todos a una, entidades públicas y privadas y gente de la cultura reaccionen y no permitan que esa escandalosa indiferencia continúe.
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