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El retorno del LP

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Manuel Drezner
10 de febrero de 2014 - 03:00 a. m.
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Un fenómeno que tiene intrigados a los productores fonográficos de Estados Unidos y países europeos es el inesperado interés de muchos coleccionistas hacia el disco LP o de larga duración, que se creía definitivamente desaparecido desde finales del siglo XX, cuando el CD lo desplazó.

En efecto, en muchos importantes almacenes de discos se encuentra uno con la sorpresa de que muchos de los últimos lanzamientos están en ese formato y que el grupo de compradores de esos discos muestra un sorprendente crecimiento. Los discos son mucho más gruesos de lo que eran los antiguos (pesan más de 200 gramos, contra unos 120 que pesaban los viejos) y el vinilo usado dicen que es especialmente depurado para evitar ruidos y chasquidos. El precio es gigante, más o menos cada disco cuesta el triple de lo que se paga por un CD y a pesar de eso, los aficionados los compran hasta el punto de que muchas veces hay títulos que se agotan rápidamente.

Esa sorprendente tendencia va en contravía de lo habitual. Cuando el disco de 78 revoluciones fue desplazado por el LP, nadie se volvió a acordar de él. Cuando el casete murió, su muerte fue definitiva y a nadie se le ocurre volver a ese formato. Pero son muchos los aficionados que juran que el sonido del LP es inmejorable y que el disco digital nunca ha llegado a la fidelidad del primero y esa es la razón para el auge que tiene. Desde luego esas son opiniones subjetivas y que quizá tendrían razón en los primeros tiempos del compacto, cuando los técnicos de sonido nos daban discos rechinantes y desequilibrados. Yo, personalmente, considero que los discos grabados en los últimos años tienen sonido de gran pureza y que desde luego no se deteriorarán como inevitablemente pasa con discos cuya reproducción se hace con una aguja rozando una superficie, en lugar de un láser que lo capta sin tocarlo. Quizá la nueva moda de comprar discos de vinilo se deba a una reacción a ese horrible deterioro del sonido grabado que ha venido con la música comprimida que se baja por internet o que se consigue en ese formato llamado MP3, cuya respuesta de frecuencia es más o menos comparable a la de los viejos discos de 78.

De todas formas se trata de un fenómeno interesante que si se agrega al hecho de que al año pasado las ventas de discos por primera vez subieron desde hace mucho tiempo, contribuyen a demostrar que en el negocio de los discos aún hay sorpresas y que definitivamente el mundo de la música no se ha acabado como de manera tan pesimista predecían algunos comentadores. Quizá el modelo de negocio sí ha cambiado, pero la música permanece y es de creer que permanecerá mientras la humanidad exista.

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