Un grupo de cámara llamado Cuarteto Attacca se presentó en el Santo Domingo con un interesante programa que incluía selecciones de una obra de Adams y sendos cuartetos de Haydn y Beethoven.
El del sordo era nada menos que el Cuarteto catorce, una de las obras cumbres, no sólo de la música de cámara sino de toda la música, y quizá de todas las artes occidentales. Como decía Aldous Huxley en su novela Contrapunto, “esta es quizá la única prueba real de la existencia de Dios, de las almas y de la bondad”. No es aventurado cuando Huxley afirma que la obra fue construida en el cielo, y aunque todo lo anterior podrían parecer exageraciones literarias, lo cierto es que el Cuarteto catorce es una de esas obras que maravillan cada vez que se escuchan y que, tóquese como se toque, siempre lo deja a uno atónito de las alturas a las que puede llegar el genio humano. Por eso es de aplaudir la oportunidad que nos dio el Cuarteto Attacca de oírla una vez más, y aunque su versión fue a ratos un tanto brusca, con excesivo énfasis en el ritmo, a costa del bello lirismo de la obra, confirmó todo lo exagerado que se ha citado y que en el fondo comparto de todo corazón.
Hubo una selección de movimientos de una obra de John Adams llamada El libro de dizque danzas, valga la traducción de la palabra alleged del original. Se llaman así porque el compositor dijo que se trataba de danzas para las cuales aún no se había inventado pasos, así varios coreógrafos modernos (entre otros Paul Taylor) lo hayan intentado. Adams hizo esta colección para cuarteto con el piano preparado de Cage y cinta pregrabada, pero lo que interpretó el conjunto fueron las partes que son sólo para cuarteto y se vio que se trataba de algo con humor salvaje e ingenioso. Ojalá alguno se atreva a tocar la obra completa alguna vez porque es algo del mayor interés.
El programa se complementó con uno de los últimos cuartetos de Haydn, tocado con frescura, así no hubiera habido exceso de refinamiento. Hubo además un bis que creo que fue inoportuno ya que, después del Cuarteto catorce, cualquier cosita adicional hace perder esa atmósfera única que crea la obra de Beethoven. No siempre un bis es obligatorio y esta era una de esas oportunidades cuando definitivamente sobraba.
Vale la pena mencionar el respeto con que el público escuchó este concierto que será recordado por su excelente programa y porque dio la oportunidad de escuchar un grupo de cámara joven que tiene un futuro prometedor. Revisando la programación del año entrante uno nota que habrá escasez de música de cámara y eso es una lástima, ya que un concierto de este tipo es una experiencia única.
