Eventos recientes

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Manuel Drezner
27 de noviembre de 2019 - 02:00 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

El concierto que presentó Jordi Savall en el Teatro Santo Domingo tuvo el aspecto novedoso de que se realizó alrededor de la música para la película Todas las mañana del mundo, en la cual el violista de gamba hizo la parte sonora, en especial con la obra del caballero de Saint-Colombe y su discípulo Marín Marais. Hubo otros compositores en el recital, pero el centro fue sobre los mencionados. Savall es un gran artista y sus presentaciones siempre dejan satisfecha a la audiencia, así muchos consideren que un programa así, por su severidad, tiene la tendencia de volverse algo que requiere mucho esfuerzo de concentración para ser gozado plenamente. No es repetitivo, como algunos creyeron, pero hay que recordar que esas piezas reflexivas fueron hechas no para las salas de concierto sino como fondo de eventos sociales de la nobleza de la época. Sí hubiera sido bueno que algo tan íntimo se hiciera en una sala más pequeña, pues las sonoridades de los instrumentos antiguos a veces se pierden en una gran sala de conciertos. Fue una oportunidad artística única y la respuesta del público que prácticamente llenó la sala fue muy positiva.

A propósito quiero referirme a las reacciones que una columna pasada ocasionó. Yo decía que había muchos espectáculos importantes que pasaban desapercibidos porque sus organizadores no se molestaban en comunicar debidamente su realización. Llegaron varias cartas de protesta que afirmaban que sí había divulgación. A este respecto hay que decir que si la hay es inadecuada, ya que la mayor parte del público está ignorando su existencia. No se trata de las limitaciones económicas que mencionaban algunas de las respuestas, sino de que el público no se estaba enterando de lo que pasaba. En algunas de las respuestas se mencionaba la falta de colaboración de los medios, y es evidente que entonces se está creando un círculo vicioso. Los organizadores no crean información y como no hay información los medios no publican lo que no conocen.

Yo agregaría a todo lo dicho que los organizadores de eventos culturales ignoran igualmente a quienes los comentamos y puedo decir, por mi parte, que muchas de las entidades que protestaron por mi columna jamás se habían comunicado antes conmigo y, presumo, con ninguno de los comentaristas de otros medios.

De todas formas, la inquietud sobre esa tendencia de que los actos culturales pasen en secreto se creó y eso ya es útil.

Conoce más

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.