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En el Teatro Santo Domingo, la Compañía Nacional de Danza de España inauguró la temporada de este año con una versión algo peculiar de esa culminación del ballet romántico que es “Giselle”. Digo que es peculiar porque se ensayó una coreografía nueva, en especial en el primer acto, diseñada por Joaquín de Luz, director de la compañía, donde imagina que la acción sucede en un rincón español, por lo cual en el primer acto los vestidos son ibéricos de la época de finales del siglo XIX. De hecho, alguien comentó que esos vestidos parecían prestados de la zarzuela “Luisa Fernanda”. Pero no hay que alarmarse. El concepto de De Luz funciona y hay que decir que lo hace tan bien que uno no echa de menos el montaje clásico de este ballet, ya que lo que se ve es agradable y conduce al argumento clásico en forma paralela.
Hay algunas innovaciones acertadas. Por ejemplo, a la entrada del cortejo de nobles, quienes en el original entran, miran y se van, en esta versión bailan, lo cual en un ballet tiene toda la lógica del mundo. Otras innovaciones lo son menos. El regalo que la prometida de Albrecht le hace a Giselle en la versión original es un collar, detalle que permite el dramático gesto de que Giselle se lo bote a la cara cuando descubre la traición de su amado. Eso no sucede aquí. Igualmente la espada de Albrecht fue aquí reemplazada por una pistola, con lo cual algunos de los dramáticos pasos de Giselle al enloquecer se pierden. Se usa la pistola para traer de vuelta a los nobles, así sea más hermoso que sean llamados por un corno. En cuanto al segundo acto, se acerca mucho al original, tanto en el vestuario como en las diferentes escenas y danzas, o sea que aquí De Luz no metió mucho la mano y eso es acertado, porque lo que hizo el coreógrafo Perrot en la versión original es una de las culminaciones del arte de la danza. En últimas, Perrot hizo la coreografía para la primera Giselle, que fue su esposa Carlota Grisi, uno de los nombres legendarios del género.
El director De Luz considera que hay elementos del romanticismo español en esta obra, en especial una cercanía a Bécquer, y por eso al principio de cada acto hubo recitación de algunos fragmentos poéticos del gran romántico español, que en realidad no agregaban mucho. En resumidas cuentas, lo que se vio fue de primera clase y, como se dijo, el concepto fue hecho con tanto respeto e inteligencia, que uno en ningún momento se lamentó de que no se representara la versión original. La compañía tiene bailarines de buena categoría y eso contribuyó a ofrecer un espectáculo que se puede catalogar como de alta calidad.
