Publicidad

Gran concierto orquestal

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Manuel Drezner
16 de septiembre de 2014 - 04:04 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Fue un gran concierto el que ofreció el Teatro Santo Domingo al presentar a la Orquesta Philharmonia, de Inglaterra, que bajo la dirección de Vladimir Ashkenazy, y con la violinista Esther Yoo y el pianista Nelson Freire como solistas, tocó un programa quizá no muy novedoso pero sí consistente de gran música, la cual fue interpretada de manera maestra.

De hecho, el Concierto Emperador de Beethoven, vertido por Freire es comparable, así parezca tropicalismo, con las mejores versiones de la obra que haya escuchado en una larga vida de asistir a conciertos. En ella hubo una vez, cuando Serkin tocó en Bogotá este concierto (en una orquesta en que el concertino era nadie menos que el gran violinista Adolf Busch), que uno guarda en la memoria como algo que fue excepcional. Pero lo que hicieron Freire y la orquesta fue igualmente emocionante, tanto que se pueden perdonar unos mínimos deslices de acoplamiento que en nada desdijeron de la excelencia de esta interpretación, robusta pero lírica y que demostró que definitivamente Freire, como ya pude decirlo en otra ocasión, es un pianista de primerísima línea.

El concierto había comenzado con la interpretación del breve poema sinfónico para violín y orquesta de Ralph Vaughan-Williams (con Esther Yoo como solista) llamado El ascenso de la alondra, obra muy popular en otras partes, pero que creo fue estrenada en esta ocasión en Bogotá. La pieza está basada en uno de los más hermosos poemas de la lengua inglesa. George Meredith hizo este himno en el que declara que nunca la voz humana puede expresar emociones en la forma dulce del canto de la alondra, y el músico, al adaptar los versos a la música, creó algo de gran elocuencia y que fue interpretado con pasión y virtuosismo. El final, con la Primera Sinfonía de Brahms (la misma que Von Bulow apodó “la décima de Beethoven”) fue igualmente vigoroso y hecho con sonoridad única. En resumen, un concierto para recordar como uno de los mejores entre los excelentes que nos ha dado el Santo Domingo. El mes entrante se dará a conocer la programación del año entrante, pero vale la pena adelantar que ella, además del esperado Festival Mozart, incluirá conciertos de nada menos que la Filarmónica de Viena, con Gergiev como director, y de la Sinfónica de Chicago, que dirige Muti. O sea que estos exquisitos platos musicales serán igualados por lo que nos espera.

Conoce más

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.