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Gran recital de Andras Schiff

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Manuel Drezner
23 de agosto de 2012 - 10:05 p. m.
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Uno de esos recitales que no se olvidan fue el que dio el pianista Andras Schiff en el Teatro Santo Domingo la semana pasada.

Mostró ser un pianista intelectual que no sólo tiene una gran técnica, como uno espera de todos los instrumentistas de nuestros días, sino que además toca con matices de la mayor sutileza, en versiones en las cuales el artista muestra la marca del gran intérprete, que es saber transmitir al oyente las emociones de la obra. Tocó una gran Sonata op. 109, de Beethoven, que vertió en forma reflexiva y convincente. Lo mismo sucedió con la Sonata en sol de Schubert, una de esas obras que saben envolver a quien la escucha.

Es bueno que nuevamente los pianista toquen las sonatas para piano de Schubert, muchas de ellas obras maestras a la altura de cualquiera y que por mucho tiempo fueron ignoradas por muchos de esos instrumentistas. De hecho recurrían, para explicarlo, a una de esas frases hechas que no significan nada, cuando decían que no las tocaban por que “las sonatas de Schubert no son pianísticas”. Una obra para piano necesariamente es pianística y quizá esa frase más que describir la respectiva obra, refleja las limitaciones de quien eso dice, los mismos que afirmaban que Beethoven no sabía escribir para voces o que las sinfonías de Bruckner eran demasiado largas. Que la de Schubert es una obra maestra y digna de ser tocada, lo mostró con creces Schiff. El programa incluyó igualmente sendas sonatas de Bartok y de Janacek.

Hay que destacar aquí la excelente escogencia de programas por parte de quienes están a cargo de ello en el Teatro Santo Domingo. En este caso, y en el de la pianista Lisitsa, que igualmente incluyó cuatro sonatas en su recital, éstas de compositores rusos, se ve que hay gente de criterio en las programaciones de la sala y nos dan, como debe ser, programas de envergadura en vez de esos tradicionales recitales con una o dos obras importantes, seguidas de cantidad de naderías que poco esfuerzo interpretativo requieren.

Con el recital de Schiff terminó el llamado Festival de Piano que parece comenzar a ser tradición anual en el Teatro Santo Domingo. Ellos nos han dejado oír a una serie de pianistas de altísima categoría, que muchos centros importantes ya quisieran para sí y sólo falta esperar los festivales de lieder, además de los esperados festivales barrocos y de violinistas. Pero como están las cosas, seguramente llegarán.

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