George Orwell escribió en su pesadilla futurista 1984 que llega el momento en que “cada hecho histórico es falsificado, cada libro reescrito, cada imagen ocultada, cada estatua y edificio de la calle rebautizado, cada fecha alterada…”. Pues no estamos muy lejos de esto y ahora la víctima es el pobre Cristóbal Colón. Ahora resulta que Colón no descubrió nada porque ya los indígenas americanos (que él llamó indios por creer que había llegado a Las Indias) estaban aquí. Es cierto, pero cuando se habla de descubrimiento es obvio que las civilizaciones que después se llamarían americanas fueron descubiertas para el mundo europeo y, si no hubiera sido por Colón, medio mundo no sería conocido sino mucho después.
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Por eso cuando se derriban estatuas de Colón –dizque para borrar recuerdos racistas– se está cometiendo una injusticia histórica. Eso se puede comparar a lo que sucedió en una universidad africana donde han pedido que se eliminen de los estudios de filosofía los nombres de Kant, Platón, Hegel y Descartes porque eran blancos. Eso, como dijo alguien, es “mentir sobre nuestra historia y empobrecer la educación de generaciones futuras”.
Es cierto que los conquistadores españoles llevaron a extremos de crueldad su invasión del nuevo mundo y que borraron grandes civilizaciones que, de haber podido desarrollarse, hubieran contribuido al engrandecimiento de la humanidad. Pero de eso no tuvo la culpa Colón y, si bien los nativos americanos perdieron mucho con la conquista, también ganaron al poder incorporar a sus saberes los avances de la civilización europea. Por eso, si bien hay que lamentar que las dos, la europea y la americana, no pudieron convivir por los estragos de los conquistadores, hay que reconocer que hacer de este mundo uno solo a la larga fue beneficioso y hay que perdonar a Colón.
