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Como parte de las celebraciones de su séptimo aniversario, el Teatro Santo Domingo, presentó el famoso Ballet de Montecarlo en una nueva versión coreográfica del cuento clásico La Cenicienta. Este parece tener un atractivo único para los coreógrafos, quienes han hecho cantidad de versiones, entre ellas la de Nuréyev y la de Ashton, que ignoran la original de Zajarov con música de Prokofiev. Aquí mismo vimos hace algún tiempo, y también en el Teatro Mayor, una Cenicienta del Ballet de Biarritz, concebida por Malandain, centrada en la madrastra y las hermanas feas (interpretadas por hombres cabecipelados) y que al igual que lo que presentaron los de Montecarlo, trata de combinar las tradiciones del ballet clásico con un lenguaje moderno. La gran diferencia entre las dos versiones está en que mientras que Malandain buscó irse por los caminos de la farsa, la que se presentó ahora, con coreografía de Jean-Christophe Maillot (quien también es director de la compañía), se toma demasiado en serio y busca agregar algo trascendental a lo que en últimas no es sino un cuento de hadas sofisticado.
En lo que se vio en esta presentación, igualmente se intenta mezclar tradiciones clásicas con pasos contemporáneos, pero el resultado es un híbrido que no siempre es atractivo. Entre los cambios está la novedad de que el hada tradicional en realidad es la madre de la Cenicienta y con ella se va a la larga el padre, abandonando a la madrastra. Lo cierto es que aunque hay momentos atractivos, ellos se diluyen al repetir coreográficamente muchos elementos, con lo cual la representación se alarga en forma inútil. Quizá una juiciosa poda que acortara este montaje haría de este algo mucho más atractivo.
Uno no puede dejar de sentir que el coreógrafo buscó más hacer un espectáculo, que presentar una obra integral, y aunque lo que se vio es ciertamente entretenido, al final queda uno con una sensación de vacío en que no se está seguro si lo que se presentó tiene realmente contenido que vaya más allá de la serie de movimientos que se vieron. La compañía tiene excelentes intérpretes y hubiera sido muy bueno que nos hubieran dado o alguno de los grandes ballets clásicos o una presentación de danza moderna, que hubiera sido del mayor interés.
