La despedida de Metha

Manuel Drezner
31 de julio de 2019 - 02:00 a. m.

La presentación en el Teatro Santo Domingo de la Orquesta Filarmónica de Israel tuvo el interés adicional de ser parte de la gira de despedida como director de la agrupación por parte de Zubin Mehta, quien después de medio siglo como guía artística de la orquesta ha decidido dejar de lado su fructífera labor. Esta gira ha tenido momentos de gran emoción, como el inicio de la despedida con un concierto gratuito que dio en Tel Aviv la agrupación hace un par de semanas, donde una audiencia de más de setenta mil personas rindió homenaje al distinguido músico.

En la presentación en Bogotá pudieron verse las razones de la decisión de Mehta, cuando el frágil director entró al escenario apoyado en su bastón y tuvo que dirigir el concierto sentado. Pero esa fragilidad no impidió que las versiones que hizo de una sinfonía concertante de Haydn y de la Primera de Mahler fueran de gran musicalidad y fuerza. La obra de Haydn, con la participación como solistas de cuatro de los primeros atriles de la orquesta fue la novedad del concierto, ya que ella raras veces se toca y aunque no es de las obras mayores del compositor, sí tiene las características que hacen de Haydn uno de los grandes genios de la música de todos los tiempos.

En la Primera Sinfonía de Mahler hubo la novedad adicional de incluir un movimiento desechado por el compositor, el llamado Blumine, que estuvo perdido por mucho tiempo. Originalmente Mahler compuso dicha pieza como parte de la música incidental para una obra de teatro llamada El trompetista de Säkkingen, de Scheffel (uno de esos dramaturgos olvidados por el tiempo) y como tal, no tiene la masiva orquestación del resto de la sinfonía. Mahler la incorporó tal cual en las primeras presentaciones de la obra y sabiamente (creo yo) decidió eliminarla posteriormente, porque seguramente se dio cuenta de que ese trozo restaba del dramatismo de esa inmensa obra maestra. La decisión de Mehta de resucitarla puede aprobarse como algo de interés histórico y musicológico relativo, pero que definitivamente no está a la altura del resto de la sinfonía. Uno se pregunta qué hay detrás de la decisión de tocar Blumine, si el mismo Mahler decidió eliminarla. De todas formas, la versión de la obra mostró las capacidades técnicas de la orquesta y fue aplaudida en forma entusiasta.

Fue una gran noche musical y la última oportunidad de ver a uno de los más importantes intérpretes de nuestros tiempos. Mehta ha entrado al panteón de los grandes directores en forma merecida y fue emotivo ser parte de la despedida del maestro.

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